Dolores Agenjo es portavoz adjunto de la plataforma Ahora y fue la única directora de instituto de toda Cataluña que no cedió las llaves para que se pudiera votar en la pseudoconsulta del 9 de noviembre de 2014.
¿Qué balance hace de las elecciones del 21-D?
Las elecciones han dejado un sabor agridulce. Por una parte, ha sido muy positivo el que un partido constitucionalista haya conseguido ganarlas; por otra, la nueva mayoría en escaños de los separatistas resulta muy inquietante. Sin embargo, yo soy de las que prefiere ver la botella medio llena: los separatistas han descendido en porcentaje de votos y en escaños, mientras que los constitucionalistas han aumentado en lo uno y en lo otro. Además es evidente que han vuelto a perder su referéndum: no tienen la mayoría social, puesto que han alcanzado un número menor de votos que los que se oponen a la secesión.
¿Qué haría para acabar con el adoctrinamiento en las escuelas catalanas?
El adoctrinamiento va ligado a la inmersión lingüística. Para acabar con él, lo primero que haría sería obligar a la Consejería de Educación a respetar el modelo de conjunción lingüística en la enseñanza, lo que, por descontado, requeriría dotar a la Alta inspección del Estado de competencias amplias que le permitiesen supervisar el cumplimiento de la legalidad por parte de los responsables educativos.
Por descontado, las competencias de la Alta Inspección deberían extenderse también a la supervisión de los currículos, contenidos de los libros de texto y actividades extraescolares.
Sería muy importante, además, que el Ministerio de Educación estuviera alerta y receptivo a las posibles denuncias de casos de adoctrinamiento por parte de la comunidad educativa. La creación de una oficina de atención a los usuarios y profesionales de la enseñanza o la institución de un Defensor del alumno podría muy bien cumplir esta función.
Dudo mucho, sin embargo, que el Gobierno, el actual o cualquier otro, muestre la determinación necesaria para afrontar y revertir este grave problema. Una alternativa quizá más posibilista sería la de crear una red escolar estatal paralela a la autonómica, capaz de prestar servicio a los padres que desean para sus hijos una educación bilingüe y libre de adoctrinamiento.
¿Qué aconsejaría al Gobierno de España para reducir en Cataluña el porcentaje de secesionistas?
Para reducir el número de secesionistas lo que no hay que hacer en ningún caso es proporcionar munición al nacionalismo. De la misma manera que una enfermedad no se cura recetando aquello que ha causado el mal; el nacionalismo no puede domesticarse si se sigue accediendo a su exigencia de más autonomía y más privilegios, porque precisamente eso es lo que nos ha llevado hasta aquí.
En mi opinión, la única solución es hacer todo lo contrario de lo que se ha hecho hasta ahora: reforzar la presencia del Estado, transmitir una imagen positiva de España, evitar que los medios de comunicación públicos continúen siendo el instrumento propagandístico del nacionalismo; dar visibilidad y protagonismo a las asociaciones cívicas que defienden la convivencia y la españolidad de Cataluña. Lo que en ningún caso debe hacerse es mostrar debilidad. La nefasta idea de buscar el acomodo de Cataluña en España debe sustituirse por la de lograr el acomodo en Cataluña de los catalanes hasta ahora marginados y silenciados.
¿Qué le pide al 2018?
Que la difícil situación que vivimos actualmente en Cataluña se reconduzca, que el Gobierno deje de titubear y de mostrar debilidad y sea capaz de impedir que una parte de la sociedad catalana, la más rica y poderosa, se imponga sobre la otra como hasta ahora ha sido habitual. El Estado tiene la obligación de favorecer la convivencia en Cataluña y, para ello, ha de ser consciente de que no existe “un poble català”, porque los catalanes ni somos todos iguales ni pensamos todos igual ni aspiramos a lo mismo. Por tanto, mi mayor deseo es que nuestros representantes políticos comprendan que no deben caer en tentaciones “maragallistas”, es decir, no deben tratar de resolver el conflicto en falso, complaciendo a unos (los nacionalistas) para perjudicar al resto de la sociedad catalana.
¿Será el 2018 el año de la creación de una alternativa de izquierda no nacionalista en Cataluña y toda España?
Lamentablemente en España todos los partidos denominados de izquierda simpatizan con los nacionalismos periféricos y muestran un gran desafecto por España, cuando no declarada aversión. Creo sinceramente que este es uno de los mayores problemas de la España actual. La sociedad española está pidiendo a gritos que se cubra el hueco político de una izquierda amante de España.
Algunos se asombran de que el llamado “cinturón rojo” de Barcelona haya votado masivamente a un partido de centro derecha, sin darse cuenta -o sin querer comprender- de que la clase trabajadora catalana, mayoritariamente con raíces en el resto de España, no tiene otra opción, porque no hay nadie a quien votar en la izquierda. No hay ningún partido de izquierdas en Cataluña que defienda la identidad cultural y lingüística de las clases populares castellanohablantes; por el contrario, todos se esmeran en servir y proteger exclusivamente los intereses culturales e identitarios de una parte de la sociedad: la que goza de más privilegios y recursos.
Por eso, es natural y necesario que surja alguna opción política capaz de llenar ese hueco, y creo que no tardaremos en verlo.
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