La Asociación por la Tolerancia lleva 31 años defendiendo el derecho de los ciudadanos catalanes de habla española a ser educados en su lengua materna, como indican la UNESCO y el sentido común. Por otro lado, nos esforzamos en combatir el terrorismo, en su momento, y en preservar la memoria de las víctimas, ahora, para que los asesinos no logren el propósito de difuminar el recuerdo de su ignominia. En definitiva, nuestros objetivos se centran en defendernos de ser arrollados por el nacionalismo separatista.
Estamos seriamente alarmados por el sesgo que el gobierno en funciones de Pedro Sánchez ha adoptado como estrategia para recabar los votos necesarios para la investidura de su presidente. Somos una asociación pequeña de simples ciudadanos, de todos los colores políticos (excepto nacionalistas secesionistas). No podemos dejar de observar lo obvio: que las peticiones de los nacionalistas son inaceptables en la medida en que todas ellas confluyen en un mismo objetivo: lograr mayor poder, mejor posición económica, un poder judicial propio, … todo lo necesario para redondear una futura declaración de independencia (Ho tornarem a fer!).
Ya nos dejó al pie de los caballos con los indultos a los golpistas, la retirada del delito de sedición y el abaratamiento de la malversación como para que el gobierno en funciones siga por el camino de facilitarles el golpe definitivo, borrando el delito, desacreditando al Tribunal Supremo que los juzgó con todas las garantías, y dejando a España como un Estado opresor que ha perseguido y encarcelado a estos “inocentes” por sus ideas. El fracaso de la intentona golpista de 2017 se debió exclusivamente a la aplicación de un tímido 155 (votado favorablemente por el PSOE) y a la acción de la Justicia. Una amnistía a los condenados por aquellos hechos es como una licencia para volverlo a intentar, ahora con garantía de inviolabilidad. Y, más allá de la amnistía, el conjunto de las peticiones ya aceptadas constituye de facto la expulsión de la -ya escasa- presencia del Estado español en nuestro territorio.
No somos juristas, no nos corresponde juzgar acerca de la constitucionalidad o no de las peticiones de los secesionistas (por más que tengamos la certeza de que no hay constitución que pueda albergar en su seno la posibilidad de su propia destrucción). Sin embargo, como venimos luchando desde hace tantos años por tratar de que el nacionalismo no nos arrebate nuestros derechos como ciudadanos, sí sabemos por experiencia qué nos espera a los catalanes que no comulgamos con él, una vez que el PSOE ha pactado con Junts las condiciones de su rendición.
Nuestro futuro será convertirnos de forma definitiva en ciudadanos de segunda, en el mejor de los casos. Además, no tendremos posibilidad de reclamar por las injusticias, si leyes y tribunales están en manos del separatismo. Eso nos deja enfrentados a un dilema, o claudicar, someternos al nacionalismo rampante, o desaparecer (exiliarnos, como han hecho ya miles de empresas e incontables ciudadanos). Ni siquiera cabe descartar la posibilidad de que el separatismo organice directamente nuestro exilio, antecedentes hay.
La sumisión del Gobierno frente a las peticiones ignominiosas del separatismo nos causa verdadera indignación. Somos marionetas manejadas a su antojo por unos y otros al servicio de sus intereses. ¿Cómo vamos a respetarles? No merecen nuestro respeto, sino nuestra mayor censura. Encima, tenemos que tragarnos las artimañas, casi infantiles, para hacer creer a los desprevenidos que únicamente les mueve el interés superior de la nación, o los eufemismos para disfrazar las concesiones como instrumentos para “pacificar” al separatismo. ¡Como si no supiéramos que es insaciable! Somos simples ciudadanos, pero no somos tontos.
Sepan unos y otros que, en la medida de nuestras posibilidades, ¡NO VAMOS A CONSENTIR QUE NUESTRO ESTADO NOS ABANDONE!
ASOCIACIÓN POR LA TOLERANCIA. Barcelona, 09/11/2023
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