Hace muchos años, cuando servidor no tenía canas y trabajaba a las órdenes del gran Xavier Rius en e-notícies.com, tuve la fortuna de asistir a un acto histórico en la Plaza Real. Fue en el restaurante El Taxidermista, y allí un grupo de intelectuales, con Albert Boadella al frente, presentaron el manifiesto que dio lugar meses después al nacimiento de Ciudadanos.
Ayer por la tarde reviví muchas de las sensaciones que tuve ese día en el Philippines Club de esa misma plaza, en un local que antaño visité muchas veces para ver partidos de mi RCD Espanyol, dado que fue la sede de la peña más antigua, la Central. Ahora ha desaparecido cualquier vestigio futbolero, y es un local coqueto, con toques vintage, para actos sociales y culturales.
Allí hablaron este martes Cayetana Álvarez de Toledo y Albert Boadella, con el periodista Cristián Campos de maestro de ceremonias. Catorce años después los hechos siguen dándole la razón al fundador de Els Joglars y, por suerte, su compromiso cívico contra el supremacismo nacionalista nos sigue dando ánimos a muchos.
Mucho de lo que allí escuchamos en boca de Cayetana y Boadella tiene mucho que ver con lo que se dijo en el 2005 en El Taxidermista. El secesionismo puede haber aumentado la temperatura de su acción política, pero sus bases ideológicas son las mismas, desde la etapa del Peix al cove pujolista a la actual de Els carrers seran sempre nostres. Albert y los suyos acertaron entonces, y ahora con Cayetana sigue dando en el clavo.
Es paradójico que en un acto del PP, uno de los partidos que más han contribuido (junto al PSC-PSOE) al engorde del nacionalismo catalán, se haya escuchado el análisis más certero y más lúcido contra las bases ideológicas excluyentes del secesionismo: su egoísmo, su tendencia a crear ciudadanos de primera y de segunda, su falsa superioridad moral, su concepción de la cosa pública como botín privado.
Boadella recordó las épocas en la que los populares jugaron al catalanismo y Cayetana puso énfasis en la decepción que supuso Pasqual Maragall, que renunció a liderar la Cataluña ilustrada desde la Generalitat para convertirse en un mero continuador del nacionalismo pujolista.
El hilo conductor entre la primera Resistencia al nacionalismo catalán, surgida en los años ochenta, con el actual discurso de Libres e iguales, entidad que tanto Cayetana como Boadella impulsaron, se concretó en el homenaje que Álvarez de Toledo hizo a Antonio Robles, presente en la sala. El escaño de Robles en las autonómicas del 2006, junto a los que consiguieron Pepe Domingo y Albert Rivera, fue el primer gran efecto práctico del manifiesto leído en El Taxidermista.
Cuando Alejandro Fernández no era presidente del PP catalán, y su candidatura parecía lejana, le escuché en una de las presentaciones de un libro mío la primera gran autocrítica, en serio y sin sordina, a los errores del PP frente al nacionalismo catalán. Tuvo mucho mérito, porque Rajoy seguía en Moncloa.
Alejandro es ahora el responsable del PP catalán. Sabe que ese es el único camino, y de hecho siempre ha mantenido un discurso muy similar, tanto en su etapa como diputado, como ahora que es el presidente de esta formación. Para recomponer un partido que se quedó con cuatro diputados en el Parlament – y casi con tres, dado que el último escaño cayó por un puñado de votos – hace falta recuperar mucha credibilidad.
Y fichajes como los de Cayetana Álvarez de Toledo, Josep Bou o Joan López Alegre, que han destacado en los últimos años por su combatividad frente a los postulados secesionistas, están situando al PP catalán en una claridad ideológica similar a la que tuvo en la época de Alejo Vidal-Quadras.
Ciudadanos tiene en la actualidad 36 escaños en el Parlament. El PP, como ya hemos dicho, cuatro. El discurso de Inés Arrimadas o Albert Rivera contra el secesionismo sigue siendo claro y contundente y sigue siendo fiable. Pero ya no tienen la exclusiva. Hay un competidor, el PP catalán, que, si sigue manteniendo la línea de Alejandro, Cayetana o Bou, por poner tres ejemplos, va a ir ganando credibilidad.
No es una tarea a corto plazo, pero con Inés y Albert jugando en la política nacional, ha quedado un agujero en Cataluña que Lorena Roldán, la que recordemos se manifestó en la vía catalana que montaron los secesionistas, no va a poder llenar. Ya puede Cs espabilarse y potenciar perfiles como el de Jordi Cañas, Nacho Martín Blanco o Sergio Sanz o más pronto que tarde llegará la etapa de las vacas flacas.
De momento el espíritu de El Taxidermista, del que Boadella es uno de sus más preciados guardianes, ha bendecido a Cayetana Álvarez de Toledo.
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