Barcelona se encuentra en una encrucijada, y el próximo 28 de mayo los habitantes de esta ciudad deberán tomar una decisión sobre cuál será su camino en los próximos cuatro años. De acuerdo con este escenario, conviene echar la vista atrás para ver cómo hemos llegado a él. A tal efecto, cuando en el año 2015 Ada Colau se hizo con el ayuntamiento, era casi imposible imaginar hasta qué punto llegaría la negligencia y despropósito de esta administración.
Después de ocho años en el poder, pocos disculpan la desidia de la alcaldesa ante el abandono que experimenta el municipio. Además, no es únicamente una cuestión de deserción de funciones, sino más bien una guerra abierta contra una parte de los barceloneses. Las cruzadas de Colau han sido varias, entre ellas el acoso a los comercios y al vehículo privado; la persecución lingüística y al turismo o la deslegitimación de los cuerpos de seguridad y la propiedad privada.
Con todo ello nos encontramos ante la situación actual, en la que, a pesar del recrudecimiento de esta ofensiva por parte del gobierno municipal, las demás formaciones se comportan con complacencia. Lo vemos en sus socios PSC y Esquerra, que a dos meses de los comicios solo piensan en desmarcarse de la desastrosa gestión de la alcaldesa. Por otro lado, las fuerzas nacionalistas se preparan para reanudar el asalto, y la toma de Barcelona es el primer paso.
Aun así, más allá de la abrumante propaganda institucional y la visión sesgada que los medios quieren implantar, la mayoría de habitantes pueden observar la degradación de su ciudad de manera palmaria. Es evidente que las circunstancias de hoy son insostenibles no solo en la próxima legislatura, sino en los meses que tenemos por delante. Prueba de ello, es la forma en que los estigmas de la inseguridad y el desgobierno han calado en la imagen de nuestra capital.
Por esta razón, para todos aquellos que sienten que han perdido la voz en el devenir de su ciudad; para todos aquellos que creen que Cataluña ha visto apagarse su faro, Valents se presenta en las próximas elecciones como única opción. La vocación de este partido no es la oposición, sino el gobierno. Nuestra intención no es el conformismo, sino la denuncia de todos aquellos que han hecho de Barcelona un caos. En ese sentido, nuestros postulados son claros: creemos que ha llegado la hora de recuperar el control de esta ciudad para devolverla al orden, y restaurar su posición de guía para todos los catalanes.
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