Junio de 2019. Las fuerzas separatistas, junto con los Comunes, han ganado las elecciones en Lleida y se disponen a crear un gobierno alternativo al PSC, que en el último mandato se había apoyado en Ciudadanos para gobernar la ciudad. Todo es júbilo. Todo optimismo. Van a cambiar las cosas.
Pronto llegan los primeros problemas: la gestión de los temporeros se les echa encima sin que la resaca de las elecciones haya terminado todavía. Dramas humanos que se sobrellevan con improvisaciones, contradicciones y más de una cara roja. No es para menos: en una ciudad del primer mundo, con uno de los mejores estados del bienestar que existen, las imágenes de decenas de personas durmiendo en la calle avergonzarían a cualquiera. Las excusas no tardan en salir: “¡No había nada! ¡El gobierno anterior nos dejó vendidos!”. Poca autocrítica: “hemos pecado de novatos, no estábamos preparados para esto”. Viene de Regina Cairol, concejal encargada de los Derechos de las Personas y que coordina esa campaña. A día de hoy es la única persona que ha dejado su cargo en este tripartito.
Aún y así se siguen sucediendo las decisiones unilaterales. La paralización del parque de medianas superficies de Torre Salses mediante un ejercicio de filibusterismo administrativo, frena definitivamente una nueva conexión de los barrios Magraners con la Bordeta que no iba a costar ni un euro a los vecinos de la ciudad. También cierra la puerta a numerosos ingresos por las inversiones que pudieran hacerse allí. “Nuestra apuesta es el comercio de barrio”. Un año después la única apuesta por el comercio de barrio que ha hecho el tripartito es la de mantener las ayudas a emprendedores y autónomos que impulsó Ciudadanos en su día. Y solamente porque ha llegado la crisis del coronavirus.
Las acciones unilaterales se suceden: aumentar el número de cargos de confianza que trabajan para el tripartito sin que se justifiquen sus funciones en ningún lugar. Subida generalizada de impuestos, siendo especialmente sangrante la subida de la Zona Azul. Pérdida brutal de ingresos que deja un déficit de casi 11 millones de euros en los 6 primeros meses de gobierno (¿nos acordamos ahora de Torre Salses?). Devaluación del patrimonio del ayuntamiento con fines opacos. Un aumento desproporcionado del suelo industrial, al que previamente se ha grabado con más IBI (deben pensar que así será más competitivo). Un presupuesto de comunicación completamente arbitrario, que otorga o quita dinero de forma injustificada. Cortes de calles de forma intermitente y a capricho, sin estudios o planes a los que consultar… Y una nueva campaña de la fruta que nos deja las mismas imágenes que el año pasado cuando no peores.
Ha pasado un año desde que el tripartito ganara las elecciones. En medio nos ha golpeado la mayor crisis sanitaria y probablemente también económica que hayamos vivido. Pero este tripartito sigue tomando decisiones con la misma soberbia del primer día. Como si nada hubiera cambiado en todo un año. Como si siguiéramos viviendo en 2019.
Ángeles Ribes es portavoz de Cs en el Ayuntamiento de Lleida
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