6 de enero, 2018. Acaban de pasar los Reyes Magos, no me han dejado nada, estoy aburrido. Me entretengo leyendo “El Punt-Avui” en su versión digital y, aunque no se publicarán hasta dentro de unas semanas, decido hacer unos comentarios a sus titulares (subrayados, en cursiva y en castellano según su propia traducción, para evitar que me sean atribuidos los posibles errores).
“Enojo independentista por el trato de rehenes a los presos”. Que yo sepa, el trato que se da a los presos es el que corresponde a los presos; decir que es un “trato de rehenes” no solo es algo subjetivo sino que revela la mentalidad de quien así escribe: la imposibilidad de sustraerse a las nefastas ideas de que existe la sima de que hablé un día entre Fraga y Alcarràs y de que en España no hay separación de poderes, hace que sean vistos los presos como unos rehenes en el extranjero (los rehenes siempre son retenidos por delincuentes).
“El soberanismo constata que mantener a Junqueras en prisión es “una revancha”, “una indecencia” y “una locura”. Estos términos son claramente subjetivos (discutibles), por lo que no procede ligarlos al verbo “constatar”, no se puede constatar más que lo que es objetivo, susceptible de percibir mediante los sentidos o –claro está- la razón.
“ERC advierte que nunca renunciará a sus objetivos y avisa que acudirá a Europa”. Los términos “advertir” y “avisar” suenan a amenazas (de las que tanto se queja el independentismo; lo que, en cierto modo, es lógico puesto que su manía persecutoria se las hace ver por todas partes…). No procede advertir que no se va a renunciar a objetivos que la propia Constitución admite, no tiene valor alguno semejante advertencia puesto que entra en la normalidad que nadie discute (otra cosa es la ilegalidad de la vía seguida, que es lo único por lo que Oriol y los demás están en la cárcel).
Tampoco he creído nunca procedente lo de acudir a Europa pero ahora, visto todo lo visto en los últimos meses y la repercusión que ha tenido, me parece un aviso muy tontorrón, simplemente para contentar a lectores tontorrones.
“Junqueras seguirá preso. El Supremo impide un liderazgo normal del gobierno”. El Supremo no impide que el Govern tenga un liderazgo normal; es más, seguro que sus magistrados están deseando tal cosa. El President de la Generalitat finalmente elegido dependerá de los acuerdos en el seno del Parlament con ocasión de las sesiones de investidura que procedan.
Es incorrecto y tendencioso (y poco respetuoso con el Parlament) dar por hecho (el 6 de enero) que el futuro President ha de ser Oriol Junqueras (está por ahí Inés Arrimadas, y hasta Carles Puigdemont -con toda su problemática a cuestas, claro está-, y también Marta Rovira –de momento, con menos problemática-… ¿o es que en ERC no se delega?, ¿o es que hablamos de Oriol Matusalén?).
“Manresa recibe a Melchor, Gaspar y Baltasar con el color amarillo”. Dejemos a un lado, por cierto, que es un poco raro que un país que acaba de proclamarse como república salga a recibir calurosamente a unos reyes que siente como propios. Cosas similares a la de Manresa han pasado en muchas partes esta noche, ha habido reyes saludando desde balcones con grandes pancartas pidiendo la libertad para los “presos políticos”, o con lazos amarillos, o con esteladas, o carrozas intencionadamente decoradas…
Al debate sobre si se adoctrina o no a los niños en las escuelas habría que añadir el debate de si se debería “separar ambientes” (independentismo y tradiciones infantiles) como hizo Ada Colau en el Saló de l’Ensenyament (enseñanza y milicia); según parece, en sus cabezas aquellos dos ambientes tienen más en común que estos dos; los separatistas sólo “separan” lo que quieren.
“Nueve de cada diez juguetes vulneran la obligación de etiquetar en catalán”. Bueno… no sé si seguir. Hay que suponer que están etiquetados en castellano. Sus Majestades tendrían la culpa del etiquetado si pertenecieran a la monarquía española; como así no es, de todas formas la tienen porque los padres catalanoparlantes no pueden saber bien qué contienen las cajas, si se requiere o no el uso de pilas, si están indicados los juguetes para menos de 36 meses, que no son comestibles las piezas pequeñas de plástico…; los padres catalanoparlantes no pueden apreciar correctamente si los juguetes son sexistas o estimulan la violencia, o si la muñeca mea o no mea. ¡Una discriminación desastrosa y verdaderamente denunciable (¡en “El Punt-Avui”!).
7 de enero, 2018. Nieva en mi pueblo. Sigo aburrido. Decido hacer lo mismo de ayer.
“Los catalanes han dicho claro que no quieren presos ni exiliados”. Hay que entender que se refiere a las últimas elecciones autonómicas. Los catalanes votaron al partido de su preferencia y no dijeron nada de eso; cabe hacer interpretaciones ¡por supuesto!, pero ya no cabe tanto decir (salvo chulerías) que la interpretación de uno es la que han dicho “claramente” los ciudadanos. Además, el partido ganador en votos y escaños (Cs) es constitucionalista y no dice esas cosas; así pues, la interpretación hay que hacerla sumando votos o escaños de los partidos independentistas que, esta vez, no han sumado sus fuerzas (ya lo hacen los “intérpretes de la voz clara del pueblo”, si conviene). No quieren presos ni exiliados los catalanes; nadie los quiere; los que menos presos quieren son los presos (de los exiliados digo lo mismo pero me veo obligado a matizarlo, porque el exilio de los exiliados a que nos referimos ha sido la “solución” escogida por ellos mismos, tal vez la menos mala… pero ya me es difícil meterme en este “jardín”; de hecho, me dicen que a ERC tampoco le hace tanta gracia lo del exilio voluntario; así es que ahí lo dejo). Para exiliados, los del s.XIX.
Según sabemos, se turnaban en esto liberales progresistas y moderados, los primeros solían escoger el Reino Unido (y Gibraltar), los segundos tendían a ir a Francia; unos y otros salían porque las condiciones políticas de España no eran las propias de una democracia consolidada, como son las de hoy. Lo de Bélgica en el s.XXI (por la repercusión mediática que tienen las cosas que pasan en la capital de la UE y por la existencia de –prósperos- abogados expertos en defender etarras y acusar al Estado español de no respetar los derechos humanos) y, sobre todo, lo de llamar exilio (político) a lo que es, simple y llanamente, una huida de la justicia, no es comparable si uno está en su sano juicio.
“Nosotros sólo podemos responsabilizarnos de nuestra violencia, pero no de si el Estado se vuelve loco y la aplica contra sus propios ciudadanos”. Esto de responsabilizarse sólo de los delitos propios sí está claro, tan claro como toda obviedad. Lo de que el Estado se haya vuelto loco y aplique la violencia contra sus ciudadanos, es una opinión demasiado caricaturesca y generalizada como para merecer ser tenida en cuenta; también un poco contradictoria después de que el independentismo haya asegurado (como machaconamente repiten los cursis ahora: “por activa y por pasiva”) que Europa no iba a permitir a España cosas así; o es Europa o es el independentismo, pero uno de los dos no se entera de nada.
“La imagen de un país que quiere dar miedo es triste”. Cuando los independentistas hablan de “país” (que es casi siempre), se refieren a Cataluña, así es que este titular resulta un poco confuso al lector habitual. Tienen tan asumido que son un país que no le causa problema llamar país a España, porque se trata de un país distinto, ésa es la lógica. La lectura de la entrevista correspondiente a estos titulares aclara que el 1 de octubre, España quiso meter miedo a los catalanes que querían votar. Confuso para el lector habitual, paranoico para otros.
“Fue un desafío al Estado”. La verdad es que sí, (también se refiere a esa jornada); un auténtico desafío –entonces- cuyas consecuencias toca asumir –ahora-.
Fuera ha dejado de nevar y, como sigo aburrido, me voy a dar una vuelta. Esto de explicar continuamente lo obvio (unos meses con esta columna pero años ya de otros modos) es muy cansado y aburrido; o lo sazono con algo de humor, como suelo hacer, o un día de estos me va a dar algo.
Aquí el enlace al artículo anterior. La semana próxima trataré de sazonar el asunto del viaje de Puigdemont a Copenhague.
Por Ángel Mazo
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