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Arbeca 1936. Los viles asesinatos del Dr. Marià Mullerat y otros mártires

En julio del año 2018 (en plena vorágine lazi-secesionista en la que algunos se dedicaban a pintarlo todo impunemente de amarillo) unos desconocidos pintaron el monumento mencionado (ubicado en una finca privada) de color amarillo.

Por Salvador Caamaño Morado
miércoles, 23 de marzo de 2022
en Sociedad
6 mins read

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El Dr. Marià Mullerat Soldevila

Hoy, 23 de marzo, se cumple el 125º aniversario del nacimiento del Dr. Marià Mullerat i Soldevila, vilmente asesinado en 1936 por milicianos del Front Popular, quien fue beatificado por la Iglesia Católica, en el año 2019, en una solemne ceremonia celebrada en la Catedral de Tarragona.

Sin duda, el hecho más relevante de la Guerra Civil en Cataluña fue la terrible etapa represiva que tuvo lugar por parte del Front Popular, especialmente entre julio de 1936 y mayo de 1937. Más que guerra lo que hubo en aquella Cataluña presidida por Lluís Companys, alejada del frente, fue una despiadada persecución religiosa y una espantosa represión contra: religiosos, personas de derechas, católicos, propietarios y contra todos aquellos considerados no adeptos al Front Popular, que se saldó según datos oficiales de la Generalitat con 8.352 asesinatos. Un ejemplo más de lo sucedido tiene que ver con la historia que pasamos brevemente a relatar.

Mariano Mullerat Soldevila había nacido en Santa Coloma de Queralt (Tarragona) el 23 de marzo de 1897. Su espíritu cristiano se había ido fraguando, desde niño, en una familia profundamente cristiana y siguió desarrollándose durante su formación secundaria, que realizó en Reus, en el colegio religioso de los “Padres” (que sería, por cierto, incendiado por milicianos el 22 de julio de 1936). Siendo un joven estudiante, fue uno de los fundadores de la Juventud Tradicionalista en su villa natal y empezó a colaborar en varios periódicos tradicionalistas («El Radical» de Reus y «El Correo Catalán»). Su celo tradicionalista y católico, lejos de detenerse, fue en aumento durante los siete años que duró su carrera de Medicina en la Universidad de Barcelona, en la que, en 1921, adquirió con las más altas calificaciones el título de médico. En esta etapa presidió la Sección de la Agrupación Escolar Tradicionalista de Barcelona.

Su relación con la población ilerdense de Arbeca (su madre tenía raíces en esta población) despertó un noviazgo con una joven de esta localidad, Dolors Sans i Bové, con quien contrajo matrimonio el 14 de enero de 1922. Se estableció desde entonces en este pueblo, donde ejerció la medicina, labor que extendió a los pueblos de Puiggròs y La Floresta. El matrimonio tendría cinco hijas de las que sobrevivieron cuatro: María Dolores, Pepita, Adela y Montserrat.

Por su gran prestigio, fue elegido alcalde de la villa, cargo que ocupó entre 1924 y 1930, compaginando esta responsabilidad con la de médico titular de la localidad. Por cierto, su hermano el abogado Josep Mullerat Soldevila fue alcalde de Tarragona (durante el año 1923) y diputado conservador de la Lliga (en las elecciones de 1933). Durante esos años fundó en Arbeca el periódico «L’Escut», que tenía como subtítulo «defensor de toda sana ideología».

Como médico fue un profesional comprometido, en cuerpo y alma, con su vocación. Cuando acudía a atender a los más pobres, no les solía cobrar nada; incluso en más de una ocasión él mismo les daba el dinero para comprar las medicinas.

Nada más proclamarse la República, el 10 y 11 de mayo de 1931, se producirán en diversas ciudades españolas la quema de numerosas iglesias y conventos. El Dr. Mullerat apoyó entonces decididamente al colegio religioso de San José y ayudó en todo lo que pudo a las hermanas dominicas, con las que tenía una gran vinculación.

Su hija María Dolores, que posteriormente tomaría los hábitos como Hermana de las Dominicas de Arbeca, recordará como en esa época, marcadamente antirreligiosa, el Gobierno de la República disolvió oficialmente la Compañía de Jesús y obligó, entre otras cosas, a retirar todos los crucifijos de las escuelas y él, que lo vio como un ataque a la fe cristiana, compró crucifijos para que todos sus hijos los llevaran colgados al cuello para patentizar que Cristo permanecía en la escuela en el corazón de los niños. De aquella época le había impresionado mucho la quema de la iglesia de Navàs y el cruel asesinato del párroco de esta localidad, José M. Morta i Soler, durante “els fets revolucionaris” del 6 octubre de 1934 en Cataluña.

Llegado el año 1936 las cosas se radicalizarían y todo hacía presagiar que se avecinaba una época de gran agitación. Durante la campaña de las elecciones de febrero de 1936 la tensión en el pueblo se hizo muy patente y después de la sublevación militar del 18 de julio, al socaire de la revolución, la locura y el miedo se fueron apoderando de la villa.

El 23 de julio se constituyó el Comité revolucionario local que asumiría todas las funciones de Orden Público. El Comité estaba integrado (obviaremos sus nombres) por 3 miembros de ERC, 3 de la UGT y 3 de la CNT. La parroquia sería pronto saqueada y sus imágenes quemadas. El párroco Mn. Antonio Pedró Minguella, el 25 de julio, pudo esconderse en casa de unos amigos pero, sería finalmente detenido y asesinado el 18 de agosto. En el pueblo todos sabían que pronto irían a por el doctor, pero él no quiso abandonar a sus enfermos. Uno de ellos le dijo: «¿Pero, no tiene miedo?» y él le contestó: «¡Peret, confianza en Dios! Y si no nos vemos más, ¡hasta el cielo!». Más allá de sus creencias religiosas, lo que no cabe duda es que era una muy buena persona que dedicó su vida, en gran medida, a los demás.

En la madrugada del 12 al 13 de agosto de 1936 una patrulla de milicianos (al parecer forasteros pero a los que miembros del Comité habían entregado una larga lista con las personas a las que había que ejecutar) irrumpió violentamente en casa del Dr. Mullerat. Registraron la casa y comenzaron a arrojar por el balcón todos los objetos religiosos que hallaban. Su esposa explicará que lo obligaron a firmar un documento para poder sacar el dinero de su cuenta del banco, diciéndole: -Si no firmas, aquí mismo te levantamos la tapa de los sesos (otros vecinos serían después, igualmente expoliados y extorsionados).

Luego, vigilado por un miliciano, entró en una habitación para recoger unas cosas, y arrodillándose en un reclinatorio rezó brevemente y besó la imagen de un Cristo de tamaño natural que había en ella. Al salir de la habitación el miliciano, impresionado por la escena, cerró la puerta y dijo a los demás “ésta ya está registrada” (dicha imagen, la mantendrían escondida durante toda la guerra). Cuando se lo llevaban detenido, con gran serenidad, se despidió de su esposa y sus hijas, y le dijo: «Dolores, perdónalos como yo les perdono».

El Dr. Mullerat había cogido instintivamente su maletín de médico, y estando detenido en el cuartel de la Guardia Civil ocupado por el Comité, uno de los milicianos que lo custodiaba se disparó fortuitamente el arma quedando herido, y el doctor se puso a atenderlo inmediatamente. Ese mismo día detuvieron a otros cinco vecinos de derechas y católicos: José Sans Balsells (ingeniero de 26 años, primo de la esposa de Mullerat), Lorenzo Vidal Ximenos (propietario, de 38 años), Lorenzo Segarra Pau (propietario, de 41 años), Juan Gras Navés (propietario, de 32 años ) y Manuel Pont Gras (propietario, de 49 años).

El Dr. Mullerat, consciente de que iba a ser asesinado, escribió en un papel el nombre de sus pacientes enfermos, y pidió que se lo hiciesen llegar a su amigo el médico Dr. Galcerán, para que él se ocupara de atenderlos.

El día 13 fueron todos subidos a un camión y, justo en el momento de partir, una madre de familia se acercó al camión y pidió voz en grito y llorando a los milicianos que dejaran que el doctor Mullerat pudiera visitar a un hijo suyo que estaba gravemente enfermo. Detuvieron un momento el camión y el doctor que conocía a la familia se dirigió a la madre angustiada y le dijo: “No llores. Tu hijo no morirá”. Tras sacar una libreta de su bolsillo, le escribió una receta. “Dale este medicamento –le dijo- y reza, que Dios te ayudará».

Monumento a los mártires de Arbeca, vandalizado pintándolo de amarillo en julio de 2018 y después de ocuparse de su limpieza los familiares de las victimas

Minutos después el Dr. Mullerat y sus cinco acompañantes eran fusilados y posteriormente estando algunos aún moribundos los rociaron de gasolina y los quemaron a las afueras del pueblo (a escasos 3 km.), en el lugar conocido como “el Pla”, donde sería levantado, promovido por las familias, un monumento en piedra en su memoria, en 1940. En aquellos aciagos días, además de los ya citados, serían asesinados otros cinco vecinos de derechas de la localidad, entre ellos Jaime Argilés Navés (de 66 años) y Jaime Pau Verdés (de 50 años), ambos habían sido también alcaldes de la villa, y Antonio Ibáñez López, Basilio Bernat Segarra y el ya citado párroco, Antoni Pedró Minguella.

En julio del año 2018 (en plena vorágine lazi-secesionista en la que algunos se dedicaban a pintarlo todo impunemente de amarillo) unos desconocidos pintaron el monumento mencionado (ubicado en una finca privada) de color amarillo, mostrando una falta total de respeto a los muertos, hecho que diversos familiares de las victimas denunciarían ante los Mossos d’Esquadra, sin que se supiera más sobre el asunto. Teniendo que ocuparse las familias de su posterior limpieza. En dicho monumento además del nombre de las seis víctimas, hay una inscripción grabada en la piedra que dice “una oración por los que aquí fueron inmolados por Dios y por España”.

Salvador Caamaño Morado ( Exdirigente local del PSUC, PCC y CC.OO en Tarragona. Presidente provincial de SCC)

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