Antonio Robles presentó hace unas semanas el libro ‘Equidistantes exquisitos’ que cuenta con un prólogo del dramaturgo Albert Boadella en el que define con precisión a los “equidistantes exquisitos” que “corresponden a un género de personas que han obtenido gran predicamento en la España actual. El ecosistema preferido de tales ejemplares son los conflictos territoriales. Se han significado como auténticos especialistas en la desactivación de cualquier medida concluyente destinada a paliar los efectos nocivos del nacionalismo”. Esta obra se puede adquirir en este enlace de Amazon.
De cara a las elecciones autonómicas del 14-F, ¿quiénes son los “equidistantes exquisitos”?
Afortunadamente, el atributo de “equidistantes exquisitos” ya solo se reserva para calificar a personas individuales; partidos o medios de comunicación ya están muy decantados. Pero hay algunos partidos que todavía intentan engatusarnos para cosechar votos de unos y de otros. El más descarado es el PSC, que en su empeño por heredar miles de votos del previsible hundimiento de Cs, asegura que ahora hay que modular, flexibilizar la inmersión para que la lengua no sea instrumentalizada por el nacionalismo como herramienta de construcción nacional. ¿Ahora? ¿Después de haber sido el principal partido que la ha impuesto durante los últimos 40 años y ha pedido una y otra vez que se blinde y se asegure que el catalán sea el centro de gravedad y la lengua propia de Cataluña? ¿Ahora, precisamente ahora, que su propio gobierno en España ha eliminado al español como lengua vehicular en la escuela de las comunidades bilingües, y la degrada como lengua común de todos los españoles?
Esto ya no es equidistancia, esto simplemente es fraude, estafa, nacionalismo puro y duro envuelto en el cuento del catalanismo para no asustar. Una manera de llegar a la secesión de puntillas.
¿Cree que ha calado el término “equidistante exquisito”?
Sí, ha calado en el lenguaje diario porque están cuajando muchos excesos y desenmascarándose los abusos que hasta ahora los habían sabido camuflar. El periodismo y el mismo lenguaje necesita términos para calificar tanta impostura y cobardía. Ha habido demasiada gente a resguardo tras una falsa equidistancia que ha permitido el abuso. Detrás del término hay mucho cobarde, cómplice y colaborador necesario para que una pandilla de populistas y nacionalistas hayan vivido a nuestra costa y estén abocando a la nación al abismo. Es increíble que los enemigos de España, de su lengua común y de todo cuanto somos estén dirigiendo a la ruina al Estado moderno más antiguo de Europa desde el propio gobierno.
¿A quién añadiría al libro como “equidistante exquisito” y por qué?
Buuufff, hay tantos crecen, como setas. Por ejemplo, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, que ante la exclusión del español en la Ley Celaá como lengua común sostiene que el español no está en peligro. Alma de cántaro, ¿cómo va a estar en peligro la segunda lengua más importante del mundo?. Lo que está en peligro son los derechos lingüísticos de los hablantes. ¿Para que quiero una lengua con 600 millones de hablantes si no la puedo utilizar en mi trabajo? Susana Griso, otra del gremio. Se atreve a decir en su influyente programa Espejo Público, que como catalana siente mucho el acoso a la Pizzería Miranella, pero quiere pensar que es obra de cuatro intransigentes. ¿Cómo se puede pasar por representante de Cataluña y a la vez ser sorda, muda y ciega durante cuatro décadas. ¿Es de cuatro intransigentes impedir durante los últimos cuarenta años estudiar en español? ¿Es de cuatro intransigentes hacer una limpieza lingüística en instituciones y callejero de toda Cataluña sin dejar rastro alguno de la lengua común de todos los españoles y del 55,3% de los catalanes? ¿No fue un expresidente de la Generalidad el que trató de bestias salvajes a quienes hablaban castellano? Ella, como tantos otros, ahí siguen, con buena conciencia, sin levantar la voz de verdad contra la pedagogía de odio a todo lo español desde TV3, Cataluña Radio o del propio digital donde trabaja su marido independentista. ¿Y Ada Colau, que juega a la puta i la Ramoneta con la lengua, la independencia y lo que haga falta para seguir viviendo del cargo?
¿Cómo valora la reciente sentencia del TSJC exigiendo el cumplimiento del 25% de la docencia en castellano en Cataluña?
Es una sentencia trascendental por las circunstancias en que se ha dado. El día 23 el gobierno de España pretende aprobar la Ley Celaá en el Senado, ley que incluye la eliminación del español como lengua vehicular de la enseñanza, cuando la sentencia del TSJC acaba de ratificar que de forma inmediata se de al menos el 25 % de las clases en español. El TSJC se basa en el Estatuto y en la Constitución, leyes de rango superior a la ley de educación que pretenden aprobar. O eliminan ese atentado contra el artículo 3 de la Constitución y docenas de sentencias que lo ratifican, o será pura y simple prevaricación, es decir, irán contra el ordenamiento jurídico a sabiendas. Pero estamos acostumbrados al incumplimiento de las sentencias. Lo volverán a hacer, atentarán contra la separación de poderes, pero no lo derribarán. Y, pronto, muy pronto, lo que ya es un clamor contra el abuso, se convertirá en un alud que todos estos populistas de medio pelo no podrán neutralizar. La gente está muy harta de tanto abuso y mangante.
¿Es la enseñanza pública en Cataluña un nido de “equidistantes”?
No, de talibanes sin capucha. Es la paradoja de la sociedad en que vivimos. Vemos a menudo ir a la policía con capucha y a los delincuentes a cara descubierta. En la escuela pasa lo mismo, maestros, profesores, rectores, dirigentes de sindicatos de educación o de asociaciones cívicas como la ANC, Som Escola, Plataforma per la Llengua etc. se permiten robarnos los derechos lingüísticos, culturales y nacionales a cara descubierta. Y los que se oponen, callan y consienten. Ya no son equidistantes; su cobardía, como en los años treinta ante el abuso nazi, es simple y pura colaboración.
(Foto: Cristina Casanova)
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