El relato de la Fiscalía sobre lo acontecido en Pineda de Mar no puede dejar indiferente a nadie. El Ministerio del Interior reservó habitaciones en los hoteles Chekin Mont Palau y Checkin Pineda para que se pudiesen alojar efectivos desplazados a Cataluña. Por aquel entonces la “Carrer Borroka“, partidos políticos independentistas y muchos ayuntamientos, animaban a la población a manifestarse ante los hoteles que acogían a policías o guardias civiles. Por un lado, intentaban acosar a las fuerzas de seguridad en las calles. Por otra, hacerles la vida imposible desde las instituciones. El propio Gobierno catalán intentó que el barco que trasladaba a la Policía no pudiera atracar en el muelle de Barcelona, el famoso “barco de Piolin”, donde se alojaron la mayoría de Policías y Guardias Civiles.
El 2 de octubre, al día siguiente de la consulta ilegal perpetrada en Cataluña, “una comitiva encabezada por Carme Aragonés Flaquer, primera teniente de alcalde, coordinadora de Gobierno y concejala de Promoción Económica y vivienda” del Partido Socialista, se presentó en el hotel a las 9 de la noche. “Tras flanquear la puerta del establecimiento, pidieron entrevistarse con la dirección del hotel, entrando en el despacho del director, dice el relato del Fiscal. Aragonés, “como máxima autoridad”, conminó al director a que cerrara el establecimiento “con el consiguiente desalojo de los policías albergados en sus dependencias”.
Aragonès iba acompañada por un elenco de ‘altura’: Jordi Masnou Ridaura, segundo teniente de alcalde; Mònica Palacín París, concejal de la oposición, y Carles Santacreu Manuel, jefe de la Policía Local, que a pesar de que iba de paisano, se identificó expresamente con su cargo oficial.
Ante la amenaza de cerrar el hotel, el director puso al teléfono al gerente de la cadena hotelera. Y los concejales, “en tono desafiante y amedrentador”, le reiteraron que “tenía que echar a esos clientes sí o sí”. Ante la excusa de que tenían reserva hasta el 5 de octubre, el concejal de Urbanismo, Jordi Masnou, echó mano de su testosterona: “Enfurecido, dando gritos, le dijo que él era el que mandaba allí, que si él decía blanco, era blanco. Acto seguido, dado que el gerente no accedía a sus pretensiones, incrementó su inadmisible presión advirtiéndole de forma desafiante que si no echaba a los Policías le iba a cerrar el hotel al día siguiente e iba a estar cerrado cinco años”, relata el informe de Fiscalía.
Esta es la realidad de la llamada “revolución de las sonrisas“, que ya se acabaron y todo lo que tuvieron que aguantar la Policía Nacional y la Guardia Civil durante aquellos días en Cataluña, una presión vergonzante y asfixiante. Estos hechos hicieron despertar a los constitucionalistas catalanes que fueron hasta Pineda de Mar para mostrar su apoyo y agradecimiento a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
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