Los secesionistas no han dudado en apropiarse de las calles y de los edificios públicos para mostrar su propaganda excluyente, y han llenado de lazos amarillos y pancartas un buen número de dependencias públicas.
En el edificio Galvany de la Consejería de Salud hay un elemento ‘reivindicativo’ que roza lo ridículo, por no decir que lo supera.
En el vestíbulo hay un lazo amarillo luminoso que se va apagando y encendiendo cada pocos segundos, para reivindicar la existencia de ‘presos políticos’ en un país democrático como España.
Su ‘majestuosidad’ asombra a todos los visitantes de este edificio público. Si no fuera porque es una administración que pagamos todos los catalanes, sería hasta divertido.
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