Vicent Sanchis ha profundizado en la conversión de TV3 en una herramienta de propaganda al servicio del separatismo. Ha contribuido, con una dedicación entusiasta, a la degeneración de la televisión de la Generalitat como un servicio público y ha sido un peón decisivo en la ‘privatización’ de la cadena al servicio de los partidos independentistas.
Su marcha de TV3 es una buena noticia, ya que los niveles de sectarismo que ha alcanzado la cadena de la Generalitat durante su mandato son difíciles de superar. Desde la extensión del «puta España» por la parrilla de la televisión pública a cargo de Jair Domínguez y Peyu, hasta la contratación de un espacio, ‘Bricohéroes’, que se ha empeñado en insultar y denigrar todo aquello que huela a España. Por no hablar del blanqueamiento de la banda terrorista ETA en el que el FAQS, el programa estrella de la noche de los sábados, se ha volcado.
La conversión de los informativos de TV3 en una catequesis del separatismo, usando los términos del independentismo más tronado en los noticiarios — «presidente en el exilio», «presos políticos», «exiliados» — es otra de las ‘hazañas’ de Sanchis que ha realizado con una gran efectividad la labor que le encomendaron los partidos que gobiernan la Generalitat de mantener el carácter de la cadena como un altavoz del independentismo.
El problema es que nos tememos que lo que venga sea aún peor que Sanchis. Siempre que hay un cambio en el separatismo es a peor, para profundizar más en la división en la sociedad catalana y para intentar privar de derechos civiles a los catalanes no separatistas.
Basta ver cómo la Generalitat subveciona y entroniza a entidades, como Plataforma per la Llengua, que han hecho del espionaje a la lengua que hablan los niños, y del señalamiento lingüístico, los ejes de su actuación. Así que, posiblemente, el sucesor de Sanchis sea aún más radical y acelere la conversión de TV3 en una cadena sectaria.
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