El 25 de febrero a las 12 de la mañana y, siguiendo la tónica de poner al independentismo ante un espejo en busca de sus incoherencias, el ‘Gobierno de Tabarnia en el exilio’ homenajeará a Rafael Casanova y a continuación ha convocado a la ciudadanía a una manifestación hasta la plaza de Sant Jaume.
Además, habrá sardanas y se interpretará el himno español porque entonar el “viva Tabarnia”, según Albert Boadella, su ‘presidente en el exilio’, es gritar “Viva España”.
Los promotores de Tabarnia convocaron a “a la gente de toda España” y usaron la sátira como arma con un Boadella que sacó punta a todos los tópicos del independentismo, pidiendo un “carril tractor” y sugiriendo que el Monasterio de Montserrat sea “una zona desmilitarizada” entre Tabarnia y el resto de Cataluña.
Por encima del carácter humorístico que los promotores de Tabarnia han imprimido a esta iniciativa, la convocatoria de una manifestación implica un nuevo giro en la historia de esta iniciativa. Es pasar de la ensoñación a los hechos concretos. Sin duda alguna, el carisma de Albert Boadella, y el de otros promotores bien conocidos por la opinión pública, como Tomás Guasch o Jaume Vives, puede provocar que dicha concentración sea multitudinaria.
El secesionismo ha encontrado en Tabarnia un problema: no solo les pone ante el espejo de sus contradicciones, además está siendo un magnífico movilizador de muchos catalanes no separatistas que han encontrado en esta región ideal una forma de mostrar su rechazo a los intentos de la CUP, ERC y Junts per Catalunya de romper a la sociedad catalana.
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