El genial Jaume Sisa dedicó en 1982 un maravilloso disco a la Ciudad Condal, ‘Barcelona postal’, un canto de amor a sus calles y a sus gentes. Canciones propias y versiones de otros artistas a cargo del ‘cantautor galáctico’ en uno de los mejores momentos de su carrera.
Uno de sus temas más fiesteros y vibrantes es el ‘Súbete a Colón’, una guaracha cuyo estribillo es “súbete a Colón, súbete a Colón, desde allí verás la Gran Barcelona, súbete a Colón, súbete a Colón, más cerca del cielo te sentirás”.
Cuando uno escucha esta canción, está sintiendo Barcelona. Y cuando uno escucha a los nuevos talibanes de la CUP pedir la demolición de uno de los símbolos más reconocibles de nuestra ciudad, la estatua de Colón, siente lo que es la intolerancia y el fanatismo del nacionalismo.
Por muchos disfraces que se quieran poner como “anticapitalistas”, “populares” y “solidarios”, bajo la CUP está el viejo nacionalismo de siempre, el que ha causado dos guerras mundiales.
No en vano los autodenominados ‘antisistema’ se han convertido en los monaguillos de la parte más reaccionaria del secesionismo catalán, la neoconvergencia de Puigdemont y Torra.
Arran, los ‘cachorros’ de la CUP, han reivindicado acciones violentas ante la total inactividad de la polícía autonómica que controlan los neoconvergentes. Y cuando vuelva el otoño caliente y para conmemorar ‘su’ 11 de septiembre y ‘su’ 1 de octubre los elementos más radicales del separatismo se desmanden, los Mossos darán una de arena y ocho de cal. Por cada acción violenta que desmonten, llegarán tarde a media docena.
La CUP, como el resto del nacionalismo catalán, tiene claro que todo aquel que le oponga ha de ser combatido. Ellos tienen una hoja de ruta y no caben disensiones. Todo lo que huela a “España” ha de ser extirpado de Cataluña. Sea la estatua de Colón, las instituciones comunes a todos los españoles o los souvenirs de Las Ramblas que tengan aire ibérico.
Por suerte, hay millones de catalanes que prefieren seguir viendo la estatua de Colón y piensan que el “mandato del 1 de octubre” no es más que una patraña separatista para seguir saqueando los presupuestos públicos.
Así que seguiremos escuchando el “súbete a Colón” y desearemos que el Estado de derecho, de una vez, se imponga en Cataluña frente a la Ley del Far West que intenta extender la Generalitat que maldirigen ERC y JxCAT.
Sergio Fidalgo
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