Iniciado el esperado juicio a los políticos catalanes es un buen momento para hablar de otros actores de nuestra vida política quizás algo desdibujados estos días, pero de gran importancia.
Y en Cataluña es bien necesario hablar del ámbito socialista y en particular del PSC y su papel en todo este embrollo que llamamos cotidianidad por aquí, en la parte NE de la península. No creo se entienda como hemos podido llegar a esta mediocridad lacerante y a este enfrentamiento social obviando el papel desempeñado por los actuales encuadrados en las siglas, y en especial sus dirigentes. Y quizás sería muy injusto pensar solo en Iceta, aunque es el más conocido y visible.
Hace unos meses, en una distendida entrevista en una televisión, le preguntaban cómo había llegado a ser el secretario general del Partido de los Socialistas de Cataluña. Y su respuesta, en la que aludió a sus años de militancia, la remató con una frase que vino a ser “y como estaba por allí, pensaron que podía ser yo”. Me llamó la atención porque en el contexto distendido, la frase me pareció una confesión muy inteligente y esclarecedora.
Dada la ausencia de vida militante a la antigua usanza, reuniones, reflexiones, trabajos, acciones, los que están más visibles, los que dedican más tiempo a las relaciones, tienen más oportunidades. Si además tiene cierta inteligencia, capacidad de expresión y una apariencia aceptable, ya el éxito está más cercano.
Los nacionalistas, independentistas, soberanistas o los que muchas veces calificamos de golpistas (sus iniciales intervenciones en el juicio parecen querer confirmarlo por si había dudas), no han llegado solos a crear este sindiós que es nuestra comunidad autónoma hoy. Les han ayudado durante años buena parte de los políticos de otras formaciones. Sobre todo, quienes abrazan tozudamente esa expresión tan difusa y acomodaticia como es “el catalanismo”.
Personalmente no sabría definirlo y eso que llevo muchas décadas oyéndolo a personas diferentes. No es una clasificación culturalista, tampoco es una tendencia política, aparentemente es transversal ya que varias tendencias ideológicas la reclaman como opción propia. Finalmente parece más bien una clasificación clasista.
Suena a anatema, ¿verdad? Clasista y esto lo adjudico a gente de izquierda o supuestamente encuadrada en ese concepto que cada vez es menos descriptivo y más difuso.
Pues si no es eso cómo entender que en la clara situación de confrontación social que vivimos al PSC se le perciba, por sus declaraciones y acciones, más cercano a los nacionalistas que a los demócratas. Repito lo de los demócratas en clara referencia a quienes estamos con la legalidad a diferencia de los que la han violado o sea los ERC, CDC, PDCat, CUP. Los tibios, situacionistas terceristas o apaciguadores, no cuentan realmente para nada, a veces para dar asistencia en el respiro a los nacionalistas.
Hace un tiempo parecía que pese a la rémora del “catalanismo político” su aportación estaba clara. Sus propuestas se diferenciaban de las convergentes y además todos teníamos claro que el “caladero” de votos venia de quienes votando a PSC creían hacerlo al PSOE. Cualquier estudio de la procedencia y motivación de los votantes estos 40 años de democracia así lo atestigua, los socialistas en Cataluña han sido importantes porque el voto socialista ha sido fundamentado en gran medida en los que cambiaron de residencia desde otras partes de España para venir a trabajar aquí. Y sus descendientes. Su alma de izquierda.
Los socialistas han asistido impertérritos, cuando no complacientes a las maniobras de los reaccionarios nacionalistas. Inmersión lingüística, con cada vez mayor desaprobación social, permisividad con la corrupción y cuando parecía reaccionaban se retractaron por sacar adelante un nuevo estatuto que nadie pedía excepto sus élites y que fue votado por poco más del 30% de los votantes y que con su inmensa torpeza dio alas a la oposición en la maniobra más sucia política conocida y que les supuso además su formal declive.
Ahora es un momento crucial. Su comportamiento en las maniobras del extinto gobierno Sánchez sobre el que han tenido claro predicamento han permitido la desvergüenza de conversar con los nacionalistas sobre los 21 puntos famosos o la estupidez inaudita de la presencia de un relator. Se reclaman catalanistas porque les avergüenza aceptar que son nacionalistas antes que socialistas. Están acomplejados porque les dicen que no son suficientemente catalanes y después de repartir cargos y prebendas cuando tenían poder, han visto la desbandada general hacia posiciones reaccionarias nacionalistas a muchos de los que gozaron de poltronas. Y aun así mantienen abierta la posibilidad de pactar con algunos de ellos. Increíble.
Seguramente para recuperar “a remolque” alguna parcela de poder para colocar a quienes sin oficio ni beneficio arrastran con sus necesidades, a la conversión de un partido en un problema humano de sostenibilidad. De otra manera no se entiende, pero tanta cobardía y posibilismo le pasará factura, una vez más, en las urnas. Y ¿hasta cuándo? Igual ya no hay otras oportunidades de rectificar, de regenerar. Para muchos, ya han hecho tarde.
José Luis Vergara. febrero 2019
[campana]
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