TV3 es el gran poder fáctico en la Cataluña independentista, y quien la controla, tiene un gran poder sobre el sector separatista del electorado en esta comunidad autónoma. Es el escaparate en el que los periodistas afines al secesionismo se desviven, y darían cualquier cosa por salir en sus tertulias. No solo por el dinero que se cobra por participar, que tampoco es tanto, sino porque es un trampolín a mejores trabajos, trabajos editoriales, influencia política…
La televisión de la Generalitat, además, es casi el único comprador de productos televisivos en catalán, y las productoras compiten entre ellas, de manera feroz, para colocar sus productos y convertirse en la referencia en el sector.
No solo eso, los políticos del ámbito separatista que no salen en sus programas, simplemente no existen. Un actor mediocre se convierte en una estrella del nacionalismo catalán con media docena de entrevistas y participaciones en espacios de debate.
Por eso Esquerra está dando la batalla para garantizarse el control de TV3, porque si quiere afianzar el ‘sorpasso’ que ha conseguido por la mínima sobre Junts per Catalunya el pasado 14-F necesita tener el mando de este poderoso medio de propaganda.
Carles Puigdemont sigue siendo un actor relevante dentro de la política catalana, en buena parte, gracias a tV3, y Esquerra necesita, para expulsar al líder de Junts como referente del independentismo, que esta cadena deje de darle el protagonismo que cada día le concede.
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