Pedro Sánchez ha demostrado que es un maestro del juego al límite, y sus elecciones en verano, con los medios de comunicación del duopolio televisivo convenientemente untados y a los medios afines para que vendieran el mantra de «que viene la ultraderecha» — sin apenas mencionar los cuatro años de gobierno con populistas, separatistas y herederos de terroristas — han funcionado. Ha conseguido unos resultados electorales que facilitan el bloqueo institucional.
Bloqueo significa más meses de Moncloa, más meses usando el potente aparato gubernamental sin ningún tipo de escrúpulo y más meses ‘regando’ a los medios de comunicación afines y a los oportunistas para que sigan ocultando todos los desmanes que ha hecho durante sus cinco años de gobierno. Sánchez sabe que es muy difícil conseguir una mayoría de investidura con el actual Congreso, pero ya le sirve. Ha parado el golpe y ha remontado los sondeos.
Es imposible poder contentar a PNV y a Bildu a la vez, cuando los herederos de Sabino Arana están comprobando que el blanqueamiento de Sánchez de la formación post-etarra ha servido para que Bildu haya ganado en el País Vasco tanto las generales como las municipales. El año que viene hay autonómicas, y Otegi comienza a tener cara de lehendakari, porque los socialistas tardarían cinco minutos en cambiar de pareja de baile en el Parlamento de Vitoria.
Así que el PNV no pude apoyar un gobierno de PP y VOX, pero sabe que alimentar a Sánchez es alimentar a Bildu. Veremos como salen de esta. Y lo mismo pasa con ERC y Junts. Los pactos del PSOE con Esquerra solo han servido para engordar a los socialistas tanto en las municipales como en las generales. El PSC ha pasado de 12 a 19 escaños en Cataluña, y ERC ha bajado de 13 a 7. Engordar a Sánchez ha servido para conseguir los indultos, y cierta impunidad en la actuación lingüística de la Generalitat, pero está siendo letal para los de Junqueras en términos electorales.
Y más con un Puigdemont que juega la carta antisistema y que va a pedir la Luna para intentar desgastar aún más a ERC. Lo que le interesa a Junts no es tanto llegar a un acuerdo con Sánchez, como que Esquerra sea vista como el felpudo de los socialistas. Los analistas ‘progresistas’ a sueldo de Ferraz o Moncloa se las prometen muy felices con la reedición de la mayoría Frankenstein. Ya veremos que pasa.
PP y VOX no han perdido el partido. Se han dejado remontar una eliminatoria que tenían ganada, pero ahora viene la prórroga. No han de ponerse nerviosos y sacar los cuchillos para despellejarse entre ellos, porque es lo que espera Sánchez. Tranquilidad y, sobre todo, que se reúnan en secreto para pactar una estrategia común para conseguir una mayoría suficiente en unas nuevas elecciones si se confirma el bloqueo en el Congreso.
Ya hemos visto lo que pasa cuando PP y VOX van a la greña. Ahora falta ver que ocurre si realmente se toman en serio a Pedro Sánchez, un político que va a por todas, y van realmente a ganar. PP y VOX tienen que dejarse de lonas para lanzarse pullas, de declaraciones como las de la actual presidenta de Extremadura cuando todavía no lo era o de descalificarse mutuamente. Sánchez no insulta a Bildu, que Abascal y Feijóo dejen de atacarse entre ellos y pacten una estrategia inteligente. El futuro de España como nación está en juego si sigue en manos de formaciones separatistas que deciden el rumbo del país.
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