La periodista ha mandado a la mierda al presidente Pedro Sánchez. Hace falta el don de la oportunidad, y un poquito de clase, para hacer buen uso de los exabruptos escatológicos. Pilar Rahola ni es oportuna, ni tiene clase, por mucho que su peculio amarillo engorde, día tras día, con los frutos del procés.
Esta musa, omnipresente en la radio y televisión pública catalana, se ha sumado a la manada de los que, en lugar de usar la palabra para razonar, la emplean para defecar. Pilar se ha intrincado en la senda que en su día trazó Toni Albá y sigue Toni Soler.
Lo dicho: hace falta un poco de clase y porte para hacer un buen uso escatológico del lenguaje. Ejemplos los hay. Fernando Fernán Gómez pasará a la historia no sólo por sus películas y artículos, sino también por un oportuno: “¡Váyase a la mierda!”. Lo usó el actor como antídoto ante un inoportuno. También lo consiguió en Argentina José María de Areilza, cuando -tras percibir el desprecio de Eva Perón- le soltó a la primera dama aquello tan conocido de: “el gallego se va, la mierda se queda”.
Un servidor de ustedes no va a mandar a la insultadora a las letrinas. No hace falta. Quien habita entre obsecuentes suele adoptar sus maneras e incluso su perfume.
Joan Ferran
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