Por cada empresario que decida arriesgarse invirtiendo en una tierra gobernada por fanáticos como Cataluña, se irán diez, porque no hay incentivos para crear riqueza con personajes que incitan a tomar las calles, montar barricadas, desobedecer a los jueces y apedrear a los policías.
Recordemos que el actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, hace unas semanas plantó a la cúpula de una de las empresas más poderosas del mundo, Volkswagen, por no coincidir con Felipe VI en el 70º aniversario de SEAT.
Cataluña fue una de las regiones más ricas del sur de Europa. Y la inercia de décadas de prosperidad ha creado una vana ilusión, que es que el bienestar nunca se acabará. Pero el separatismo lleva demasiado tiempo saqueando y atacando la prosperidad de los catalanes. Y eso se debe a que el independentismo está lleno de este tipo de gente, que están dispuestos a poner a sus niños a cortar autopistas, boicotear cualquier empresa que no siga sus consignas partidistas.
Si no paramos democráticamente al secesionismo, consiguiendo mayorías que crean en la sensatez económica, el que fue el principal motor financiero e industrial de España se convertirá en un foco de pobreza. Y es que con un fanático como Pere Aragonès al frente de la Generalitat (no olvidemos que fue el impulsor de la campaña “España nos roba”), el futuro económico de los catalanes es muy oscuro.
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