
Jordi Sánchez, Jordi Cuixart, Artur Mas… entre otros. Este fin de semana ha estado cargado de declaraciones o escritos en los que los dirigentes separatistas amenazan con lanzar a la gente a la calle si la sentencia del juicio del ‘procés’ es condenatoria.
La mejor manera de intentar tapar la batalla a degüello por el poder entre ERC y JxCAT, y que ha tenido su enésimo capítulo en el pacto entre los ex convergentes y el PSC en la Diputación de Barcelona, ha sido un rosario de declaraciones amenazando al Tribunal Supremo.
Y es para los secesionistas el respeto a las sentencias de un país democrático, a las leyes y al Estado de derecho es opcional. Si les interesa, lo harán un ratito, y si no, no acatarán e intentarán bloquear y seguir yendo a la suya.
Pero no puede ser: los catalanes constitucionalistas sabemos que en octubre de 2017 intentaron un golpe de Estado. Intentaron dejar sin derechos políticos a millones de catalanes, nos amedrentaron, ejercieron la violencia física y la ambiental.
Han agredido, señalado domicilios, amedrentado, coaccionado a todos aquellos que no son secesionistas. Han intentado acabar con el buen nombre, y procurando la muerte civil, a aquellos que les han plantado cara. No son «gente de paz». Son otra cosa mucho más siniestra.
Queremos que se haga justicia. Y que los golpistas no se salgan con la suya. Y una vez condenados y se haya restablecido el Estado de Derecho, si se disculpan y dan garantías que no lo volverán a hacer -incluyendo sus abusos en el ámbito educativo y de medios de comunicación-, se puede hablar de restaurar la convivencia.
Y lo primero que deberán hacer es mandar a ilustres fanáticos como Quim Torra o Miquel Buch al basurero de la historia. Y quitar pancartas en los centros educativos como las de «por un país de todos, la escuela en catalán». Si el «país» (para nosotros, sería más bien una «comunidad autónoma») es de «todos» la «escuela» ha de ser en catalán y en castellano.
Hasta que llegue ese momento, ni un paso hacia atrás ante el secesionismo golpista. Mientras sigan con el «ho tornarem a fer», firmeza para evitar que nos impongan un totalitarismo supremacista y antidemocrático.
Comentario editorial de elCatalán.es
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