El separatismo no ha demostrado que haya comprendido sus abusos y que quiera solventarlos. Al contrario, se ha proclamado como único guardián de las “esencias” de una “República catalana” que nunca se votó y transformaron la pantomima ilegal del 1 de octubre en el eje de una legitimidad inexistente basada en la exclusión de millones de conciudadanos.
La forma de pensar de ERC, JxCAT y CUP es sencilla: cualquier catalán que no acepte que el 1 de octubre fue un “referéndum legal”, solo torpedeado por la “violencia fascista” de un “Estado totalitario”, no merece ser catalán y, por lo tanto, su opinión no es tenida en cuenta. No eres ciudadano, no existes, ni mereces ser escuchado.
Por eso inundan los ayuntamientos y edificios públicos con sus símbolos. Por eso aplauden el uso de los Mossos d’Esquadra como policía política. Por eso les parece normal que TV3 se haya convertido en una herramienta de propaganda que insulta a millones de ciudadanos.
Y por eso les parece aceptable que un tipo como Quim Torra, que ha defendido en numerosos artículos y tuits ideas que en cualquier zona civilizada del mundo serían consideradas como despreciables y, como poco, supremacistas y rozando unos cuantos “istas” más de los que no sirven para ganar concursos de popularidad, sea “su” presidente.
Si los secesionistas han permitido, sin grandes críticas, que Puigdemont escoja a alguien así solo hay una conclusión posible: la mayoría de los separatistas desprecian a los catalanes (de hecho, incluso les niegan esta condición tratándoles como “colonos”) que no comparten sus ideas.
Ante una situación así, en la que sectores amplios del secesionismo han decidido excluir a millones de catalanes, no hay demasiadas opciones. O rectifican, piden disculpas por sus excesos e intentan cerrar las heridas, o el enfrentamiento social irá a más. Y han de aceptar las penas que establezca el Supremo por sus delitos.
Pero no se puede ni «dialogar», ni buscar «acuerdos» si no asimilan su fracaso, se disculpan, acatan la Constitución y aseguran que «no lo volverán a intentar». Justo lo contrario de lo que están haciendo en estos momentos.
Comentario editorial de elCatalán.es
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