En mis visitas a Madrid un clásico es la tortilla con salsa brava de, cómo no, “Las bravas” (Espoz y Mina, 13), un bar legendario de Madrid que la tiene patentada. En este lugar prefiero que este líquido condimento sea vertido no sobre unas patatas, sino sobre una tortilla de patatas (yo la pido bien cuajada). Lo encuentro más sabroso.
Los calamares del lugar también son destacables, así como su montadito de solomillo. Y las bravas, por supuesto. Tienen otro establecimiento en el Pasaje de Mathéu y les aseguro que su salsa brava crea adicción, llevo disfrutándola desde hace más de treinta y cinco años.
La salsa es bien líquida, especiada y ligeramente picante, nada que ver con otras salsas amayonesadas. De hecho, la venden aparte para aquellos que quieran disfrutarla en su domicilio. En Barcelona, las patatas bravas del Bar Tomás, y en Madrid, la tortilla de patatas de Las Bravas. Lo tengo claro.
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