
La ex diputada y cabeza de lista de la CUP por Lleida Mireia Boya, una de las parlamentarias anticapitalistas con más visibilidad mediática en la pasada legislatura, y que presumía de defender las particularidades lingüísticas y culturales de su comarca, el Valle de Arán, ha hecho el ridículo en su tierra.
Su candidatura solo ha conseguido 174 votos, el 3,33% de los sufragios emitidos, muy por debajo de otras candidaturas minoritarias en esta tierra, como los Comunes (354 votos – 6,54%) o el Partido Popular (381 votos – 7,29%).
Boya organizó un numerito el día de las elecciones autonómicas al protestar porque el presidente de una mesa electoral puso una bandera de España junto a las otras banderas oficiales, la catalana y la del Valle de Arán. El presidente, con buen criterio, se negó al ser un símbolo tan oficial cómo los otros dos y avalado por los recientes acuerdos de la Junta Electoral que dictó que banderas oficiales no son partidistas. Sus vecinos, hartos de su talante, la han humillado dejándola en último lugar entre las formaciones parlamentarias.
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