Una de las cuestiones en la que los separatistas nos llevan una gran ventaja a los constitucionalistas es la del lenguaje. Cada vez que un compatriota de Burgos o de Almería brama contra algún exceso nacionalista exclamando, lamentablemente, el cada vez más extendido: “¡Estoy hasta las narices de los catalanes!”; la ruptura de España está un poco más cerca.
Cada vez que un periodista titula una información referente a los partidos independentistas con un: “Cataluña pide…”; o con el: “Cataluña reclama…”, los separatistas consiguen una pequeña victoria simbólica. Hemos de conseguir que no se diga “Cataluña” cuando se quiera decir «Aragonès» o “Puigdemont”.
No es pequeño paso, es un avance espectacular para cambiar la estrategia que nos quiere imponer el secesionismo Hemos de dinamitar el marco mental que están creando para intentar romper los lazos entre los catalanes y el resto de españoles.
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