El pasado martes 5 de marzo nuestro vocal de Relaciones Institucionales Benjamín Naranjo, asistió a la conferencia «Los pecios de la escuadra del almirante Cervera» en el salón de actos de la Comandancia Naval de Barcelona.
Dicho acto estuvo dedicado al buceo en los restos de los barcos hundidos de la Armada del almirante Cervera en Santiago de Cuba en 1898 y fue impartida por el Sr. Don Teodoro Rubio, buceador experto e historiador autodidacta especializado en la arqueología submarina.
Esa parte del oriente cubano, en la bahía de Santiago de Cuba y alrededores, guarda después de 126 años un tesoro increíble y sorprendente para los amantes de la inmersión subacuática y de la historia de nuestro país, un conjunto patrimonial y natural con un significado histórico brillante, que no deja de ser emocionante y sentimental al mismo tiempo, porque la isla de Cuba y España siempre han estado unidas de una manera u otra.
Teodoro Rubio ha explorado esos pecios con detalles en múltiples inmersiones y sabe mejor que nadie que sucedió aquel 3 de julio de 1898 en ese Mar del Caribe. El almirante Cervera, convencido de su inferioridad, decidió salir ese fatídico día a primeras horas de la mañana, navegando hacia el oeste y pegado a la costa para salvar el mayor número de vidas posibles. Esta decisión era la peor de todas las posibles, pues probablemente una salida nocturna o en un día de mal tiempo hubiese evitado la destrucción total de la flota. Además, la estrechez del canal de salida del puerto obligó a los barcos a navegar uno tras otro.
La escuadra española fue enviada a una guerra perdida de antemano por unos dirigentes políticos irresponsables que sabían de la superioridad del enemigo, pero optaron por no enfrentarse a una población que había sido convencida del triunfo en la guerra por una prensa irresponsable y sensacionalista. Cuba no era considerada una colonia, sino una provincia de ultramar más del país; pero tanto legalmente como de hecho era administrada como una colonia. El almirante Cervera y sus subordinados estaban resignados a ir a una guerra perdida en la que estaban convencidos de que no había posibilidades de éxito.
Tras la guerra, el almirante Cervera tuvo que soportar la iniciación de un procedimiento contra él y sus oficiales supervivientes, el cual, tras el clamor popular y las voces que se pronunciaron a su favor desde el exterior, dio como resultado el sobreseimiento de la causa y la restitución del honor del almirante.
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