Para el secesionismo más tronado, que es el que actualmente gobierna la Generalitat, cada frase es un delirio. No paran de decir tonterías, porque cuando el nivel de sus dirigentes esta bajo mínimos, no pueden aspirar a nada más.
Todo lo que les huele a «España», sea la lotería nacional, la paella, los toros, el Acueducto de Segovia, la Guardia Civil, la Giralda o las mantecadas de Astorga, es «franquista».
Ante la «modernidad» de la Cataluña que ellos creen representar, venden la imagen de un «Estado español» que es «franquista» y «retrógrado».
No importa que España esté en la zona alta en los principales baremos de salud democrática, mientras que en la comunidad autónoma catalana los estándares de libertad se están deteriorando día tras día.
Torra, Junqueras, Puigdemont y muchos más han creado un ecosistema político tóxico basado en el odio y el rencor. Y en un supremacismo que desprecia todo lo español.
Ante el totalitarismo y la propaganda secesionista es imprescindible la firmeza de la democracia y del Estado de derecho.
Comentario editorial de elCatalán.es
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