Los numeritos que Carles Puigdemont y Toni Comín montan en Europa son los dignos herederos de las míticas películas de Pajares y Esteso. Eso sí, sin querer ofender a estos dos grandes humoristas. Insisto, los dos grandes cómicos son Andrés y Fernando, que no queremos confundir a nadie.
El argumento de su última comedia es el siguiente: el simpático, pero jeta y sinvergüenza, Toni Comín y su amiguito un poco loco, pero echado palante, Carles Puigdemont. más conocido como ‘Puchi’, están de turismo en Bruselas. No se comen un torrao, nadie les hace caso y se aburren mucho viendo el canal cultural de la tele belga en su chalecito en Waterloo.
Su amiguito el bon vivant Jimmy Matamala les prometió una vida de lujos y placeres. Toni y Puchi sueñan con llenar su chalecito con bellas flamencas y de litros y litros de cerveza de abadía. Pero solo consiguen ser visitados por venerables ancianas con el lazo amarillo que les llevan ratafía. La frustración crece al ver como Joaquinito Torra se hincha en Barcelona de gambas de Palamós y se toma copazos con la bella Artadi, la musa de ambos dos.
Tras enterarse nuestros dos héroes, como buenos representantes del Alfredo Landa way of life, que en el Parlamento Europeo hay chicas de buen ver y yantar bien regado a tutiplén, intentan colarse repetidamente. Primero a pecho descubierto al grito hispano de «¡no sabe usted con quién está hablando». No lo consiguen porque los servicios de seguridad del Parlamento Europeo no entienden lo de la «revolución de las sonrisas» ni la promesa del helado diario en la nueva República de Itaca.
Luego lo intentaron vestidos de lagarterana; escondidos en el baúl de un eurodiputado secesionista tronado, pero dispuesto a todo para servir a nuestros dos héroes; lanzándose en parapente sobre el tejado (acabaron colgados en la ‘M’ de un ‘McDonalds’) y metidos dentro del contenedor de panga congelada para el restaurante principal de la eurocámara.
Al fin, aprovechando un despiste de los servicios del orden, y gracias a los buenos servicios del eurodiputado tronado, que esta vez presentó la solicitud en el registro correspondiente, y no en la administración de loterías de la Rue Luxembourg, nuestros amiguitos Toni y Carles logran entrar y comienzan a buscar deseosos a las bellas mujeres y los ricos manjares.
Descubren que allí las mujeres están para gestionar y gobernar la cámara, y no para hacer caso a un par de frikis. Y que el menú de sus restaurantes es lo más parecido a un catering de los que se sirven en las escuelas catalanas. Decepcionados, intentan organizar una rueda de prensa para protestar. La prensa internacional considera que es más interesante clavarse agujas de coser en sus partes nobles que asistir a escucharles, y solo acuden los medios ‘amigos’ y los ‘amigos’ de los ‘amigos’.
Nuestros amigos vuelven a su triste retiro en Waterloo, y mientras acaban con las existencias de ratafia que generosamente les regaló la sectorial de la ANC de la cuarta edad, sueñan con volver a disfrutar en el Ampurdán de las ricas paellas Paellador de Pilar Rahola mientras Josep Lluís Trapero canta con voz melodiosa «La cabra, la cabra…» y Joan Laporta sirve generosos copazos de Soberano. Rótulo de «FIN» y de «con el apoyo de TV3, Generalitat de Catalunya y Mediapro».
El trabucaire del Guinardó
Sergio Fidalgo relata en el libro 'TV3, el tamborilero del Bruc del procés' como a los sones del 'tambor' de la tele de la Generalitat muchos catalanes hacen piña alrededor de los líderes separatistas y compran todo su argumentario. Jordi Cañas, Regina Farré, Joan Ferran, Teresa Freixes, Joan López Alegre, Ferran Monegal, Julia Moreno, David Pérez, Xavier Rius y Daniel Sirera dan su visión sobre un medio que debería ser un servicio público, pero que se ha convertido en una herramienta de propaganda que ignora a más de la mitad de Cataluña. En este enlace de Amazon pueden comprar el libro.
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