Un sector significativo de la Iglesia catalana, ante la pasividad de la Jerarquía, está dominada por unos párrocos fanáticos que han cambiado los evangelios por el programa político de ERC, Junts o la CUP. Estos sacerdotes son activistas radicales a los que no importa los sentimientos de muchos de sus feligreses, sino la misión que tienen encomendada de extender el separatismo.
Esta anomalía explica como monasterios con siglos de historia, como el de Montserrat, se han convertido en focos de propaganda política dónde lo que menos importa es la difusión de la fe católica, y se han convertido en focos de propaganda independentista. Personas que se autodenominan ‘monjes’ son, en realidad, un puñado de fanáticos que se empeñan en construir su ‘nació’ pasando por encima de los derechos civiles de más de media Cataluña.
Por esta razón Cataluña es la comunidad autónoma con menos asistencia a las iglesias, y que muchas parroquias de las que tienen más concurrencias den las misas en español. Dada la instrumentación política que el separatismo está haciendo de la lengua catalana, los pocos feligreses que siguen quedando siguen prefiriendo recibir la palabra de Dios leída por sacerdotes que solo quieren dar misa y que no lucen esteladas ni pronuncian proclamas en favor del separatismo.
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