Vamos a desmontar el relato neofeminista que es la mayor estafa del siglo XX y XXI. No sólo es una estafa sino que el relato que han tejido en nombre del feminismo es absolutamente contradictorio e hipócrita.
Por un lado niegan diferencias entre el sexo femenino y masculino (de ahí que hayan confeccionado todo tipo de cuotas y políticas de entrepierna para alcanzar la plena igualdad) y por el contrario basan su relato en la existencia de 37 géneros que claramente diferencian y colectivizan con el único fin de obtener un rédito político.
Hablan de igualdad de derechos pero, en cambio, aniquilan esa igualdad aprobando la discriminatoria Ley Integral Contra La Violencia De Género, que no sólo acaba con la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres sino que, también, borran de un plumazo la presunción de inocencia del hombre que es un maltratador en el mismo momento que hay una denuncia de VIOGEN y, ¿por qué digo esto? Vayamos a la modificación de la Ley Orgánica 1/2004 acordada en el Pleno de la Sectorial de Igualdad en su reunión de 11 de noviembre de 2021 que dice que se consideran víctimas de violencia de género aquellas mujeres que se encuentren en proceso de toma de decisión de denunciar, aquellas que han interpuesto denuncia y el procedimiento judicial haya quedado archivado o sobreseído y aquellas que han interpuesto denuncia y el procedimiento penal esté instruyéndose. Es decir, se considera víctima a cualquier mujer y maltratador a todos los hombres.
Más leyes estrellas de Igualdad. La ley trans avanza hacia el borrado de las mujeres. Dicen defendernos pero diseñan una ley que permite que un hombre maltratador se autoperciba mujer, se inscriba en el registro civil como tal y poder eludir así una denuncia, la condena y la pena de prisión ya que, inmediatamente, dejaríamos de estar ante un caso de violencia de género para convertirse en una riña entre dos mujeres. La perversión de esta ley no se queda aquí. Hombres que se autoperciben mujeres pueden hacer uso de los espacios reservados para nosotras como pueden ser un baño o un vestuario femenino.
También podemos encontrarnos casos en el que hombres que ahora se autoperciben mujeres pueden participar en competiciones femeninas en una clara desigualdad con nosotras ya que, evidentemente, existen diferencias entre hombres y mujeres como es la fuerza física. Imaginaos un combate de boxeo en el que un hombre pelee contra una mujer. No sólo esos hombres acaban con el sueño de deportistas que durante años trabajan para conseguirlo sino que se pone en grave peligro la vida de esas mujeres.
La ley “sólo sí es sí” es otra de las incoherencias de las niñatas de Igualdad que dicen velar por nuestros derechos. Una ley aprobada en contra de los criterios de los juristas que advirtieron de las nefastas consecuencias que tendría para las mujeres y nuestra seguridad. La Ley Orgánica 10/2022 de Garantía Integral de Libertad Sexual, unifica los delitos de abuso y agresión en un tipo delictivo, es decir, se rebajan las penas a violadores, pederastas y agresores sexuales que, por supuesto, no han dudado en solicitar revisiones de sus sentencias. Alrededor de 2.000 depredadores sexuales se han visto beneficiados por el neofeminismo institucional.
Vayamos a más contradicciones. Dicen que las mujeres españolas vivimos esclavizadas a un heteropatriarcado machista que nos cosifica y denigra pero, por el contrario, abrazan la barbarie islamista. ¿Qué es el islamismo? El islamismo es una ideología que atenta, principalmente, contra los derechos y libertades de las mujeres. Una ideología político religiosa que obliga a las mujeres a cubrirse con velos (símbolo de sometimiento y sumisión), caminar por detrás de los hombres, contraer matrimonios forzosos y que ampara la mutilación femenina o la lapidación a lo que ellos consideran “mujeres adúlteras” incluso cuando esas mujeres han sido violadas justificando que no han ido demasiado cubiertas y han despertado los instintos primitivos de esos violadores.
Hablemos del coste económico. Recordemos que España es el único país del mundo que tiene un Ministerio de Igualdad que regamos con más de 20 mil millones de euros de fondos públicos. Para hacernos una idea. ¿Sabéis cuánto destina el Estado español en Educación? 5.900 millones. ¿Y en Sanidad? 3.000 millones de euros. Es decir, en Igualdad se destina un 224% más que en Educación y Sanidad. Y os preguntaréis, ¿para qué sirven los 20 mil millones?
Pues ya os avanzo que, desgraciadamente, a las mujeres víctimas de violencia no les llega ni un solo céntimo. Todo va a parar al tejido asociativo, entidades, chiringuitos, trabajadores sociales, colegas, políticos y sinvergüenzas que han hecho del drama y del infierno de tantísimas mujeres, un negocio del que viven y viven muy bien. Esto lo evidenció Javier Ortega Smith cuando desgranó el Presupuesto del Instituto Andaluz de la Mujer y se descubrió que el 97% de ese presupuesto se perdía en burocracia mientras que, sólo el 3, llegaba a las víctimas.
¿Y qué nos preocupa realmente a las mujeres? El neofeminismo obvia la conexión que tenemos con la naturaleza y la vida. Olvida la maternidad. La plantean como un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Sufrimos un invierno demográfico sin precedentes en España y no existe ni una sola política para revertir esta situación. Bueno sí, existe la política de abrir las puertas de nuestra casa a África y que sean ellos quienes procreen aquí. Y eso, no sólo no soluciona la falta de natalidad, sino que nos lleva a un problema, todavía mayor, como es el reemplazo poblacional, entre muchos otros.
Otra de las dificultades que tenemos es la conciliación laboral y familiar. Si queremos reducir nuestra jornada laboral para quedarnos al cuidado de nuestros hijos, nos penaliza salarialmente y si, además, le sumamos que no existen guarderías públicas gratuitas para las mujeres trabajadoras, el ser madre resulta una auténtico reto.
Por no hablar del problema habitacional. La precariedad laboral, los bajos salarios y la asfixia fiscal que padece la clase media trabajadora, hacen imposible adquirir una vivienda. Por lo tanto, llevar a término un proyecto de futuro con este panorama es cada vez más difícil.
Y qué decir de la seguridad. Vivimos tiempos en los que la dictadura de lo políticamente correcto, nos han posicionado en una situación de indefensión frente a una invasión migratoria proveniente de países donde se vulneran absolutamente todos los derechos de las mujeres. En nombre del multiculturalismo han llenado nuestros barrios de personas que hacen del delito su modo de vida. Jamás habíamos sufrido una realidad criminal en la que los protagonistas sean los machetes y las manadas sexuales. Todo ello, sumado a las leyes ideológicas de Igualdad, han dado como resultado que las mujeres estemos más desprotegidas que nunca.
Nuestros problemas tienen solución si existe voluntad política. No queremos bancos morados ni puntos lilas y no necesitamos del poder para alcanzar ninguna de nuestras metas. Debemos acabar con la confrontación por razón de sexo y fortalecer las diferencias que tenemos con los hombres para mejorar nuestra convivencia. Juntos, somos mejores.
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