Barcelona y su área metropolitana están sumidas en una ola de delincuencia que genera alarma social. Si bien es cierto que la inmigración ilegal contribuye notablemente a que se haya agravado este problema, es simplista atribuirle toda la culpa; hay muchos delincuentes de origen español en este aumento de la inseguridad.
La verdadera causa de que Cataluña se haya convertido en un «chollo para los chorizos» reside en las políticas de permisividad. La gestión «buenista» de socialistas, Comunes/Sumar y el apoyo del resto del separatismo han creado el clima perfecto para delinquir.
La premisa es sencilla: si se facilita la acción criminal, los delitos se multiplicarán. Una parte importante de la clase política catalana cuestiona y desprecia a las fuerzas de seguridad, lo que inevitablemente provoca que los malhechores también les pierdan el respeto.
Cuando desde las instituciones catalanas – sobre todo ERC, CUP y los Comunes de Ada Colau – se ha practicado la apología de la «desobediencia» y la falta de respeto a la ley, no debe extrañar que se instaure un ambiente donde «todo vale». Se ha dinamitado el concepto de autoridad.
El clima de impunidad se refuerza cuando se deslegitima a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Tratar a estos cuerpos como vestigios «franquistas» y buscar su expulsión de Cataluña solo consigue que los delincuentes piensen que este territorio es «Jauja».
El deterioro del respeto a las fuerzas del orden se hace patente cuando un partido abiertamente antisistema y con jóvenes que ejercen la violencia política, como la CUP, llega a presidir la comisión del Parlament que supervisa a los Mossos d’Esquadra.
La situación es más grave aún cuando personajes que se dedicaron a quemar contenedores y agredir a policías son elevados a la categoría de «héroes» por el separatismo que ha gobernado o ha sido crucial para la gobernabilidad. El concepto de seguridad ciudadana simplemente se desvanece.
Los socialistas están siendo las víctimas directas en sus propios feudos de la política de connivencia y apoyo al secesionismo. Lo peor es que no pueden culpar a nadie más de lo que ocurre. La dirección de la Guardia Urbana, los Mossos d’Esquadra, e incluso la gestión de la Policía Nacional y la Guardia Civil en la región, están bajo su control. Su incapacidad de gestión es una responsabilidad propia e ineludible.
A medida que la delincuencia siga adueñándose de las calles, su apoyo electoral se deteriorará. Por mucho que los socialistas intenten desviar el foco hablando de ‘bulos’, los vecinos saben perfectamente cuándo los criminales campan a sus anchas.
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