Marcel Mauri, Vice-President de Omnium Cultural, se descolgaba pidiendo “un gesto” de la Fiscalía sobre la catalogación dels fets de la tardor del 17 (intento de ruptura con el orden jurídico español y declaración unilateral de independencia), que no implicasen el delito de secesión.
Otros ilustres políticos españoles, miembros del poder ejecutivo y legislativo, también han abundado en declaraciones anunciando “perdones” (indultos), a una causa que todavía se está juzgando, queriendo condicionar explícitamente a los magistrados que ven el caso, violentando la exigible separación de poderes.
Cuando el ínclito Sr.Procès está recién muerto y todavía calentito, a falta de enterrarlo, las voces de sus teóricos enemigos implorando perdones, que ni los orgullosos autores de la épica gesta han reclamado, resulta a todas luces tan ridículo como irresponsable.
Implícitamente le están lanzando este mensaje als pobrets frustrats processistes: No desesperéis. Si alguno tiene ganas de volver a intentarlo, y por eso os detienen, juzgan y condenan, ja vindrem la plèyade dels ploramiques para pedir que os perdonen.
El “perdón” judeo-cristiano, religión que profesa la mayoría de las formaciones políticas que donen suport a la independència, solo nos lleva a la impunidad jurídica y por lo tanto al aliento para su repetición en sucesivos intentos de sedición.
Cuando se han pasado las leyes supremas del Estado (Constitución, l’Estatut, Código Penal y Ley de Enjuiciamiento Criminal) por el arco del triunfo, causando graves desórdenes públicos; expulsando a 6.000 empresas de Cataluña y empobreciéndola; rompiendo la convivencia social y entre familias; que menos que tengan “reconocer sus pecados ante el confesor”; practicar el “acto de contrición” (a ser posible con el cilicio en la espalda); publicar su”propósito de enmienda” (no ho farè mès…no ho farè mai mès) y sufrir “la penitencia”: (1000 padrenuestros y tan solo 500 avemarías –por aquello de mantener el supremacismo del varón sobre la hembra, que esta y todas las demàs religiones predican-).
Con eso darían satisfacción a la Justicia Divina. Ahora después, para poder pagar las deudas con la Justicia Terrenal, que menos de 5 años de trena, que con unos cupones de buena conducta les quedarían en 3, y a los 2 ya podrían ir sólo a dormir; y 15 años de inhabilitación para ejercer cargo público (“apartad de mí este Cáliz para que no vuelva a pecar”). Yo creo que esa leve pena contribuiría a ayudarles a recuperar la cordura.
Y ya si eso, al salir, una carta de recomendación para que l’Oriol se vaya de Embajador a la Santa Sede a cumplir sus sueños. Desde ahí, y con tanto martiriologio ya se habría ganado el cielo.
Por Xavier Marín
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