Juan Carlos Girauta fue uno de los treinta catalanes entrevistados en el libro “Me gusta Catalunya, me gusta España”. Aunque la obra es de finales del 2014, por su claridad y por ser alimento para el espíritu de los catalanes que luchan por la buena convivencia con sus compatriotas del resto de España, la reproducimos íntegra en tres días consecutivos. Si desean adquirir el libro, lo pueden hacer aquí.
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¿Cómo valora la aparición de Societat Civil Catalana y de otros grupos que combaten ideológicamente al independentismo?
Es algo valiosísimo, este tipo de iniciativas es el que está permitiendo que el nacionalismo pierda su hegemonía en la sociedad catalana y que se pueda hablar de una vez, y de verdad, de la «sociedad civil catalana». Quiero decir que esta organización es una primera muestra de sociedad civil en Catalunya, de sociedad civil no subvencionada ni dirigida desde el poder.
¿Se cumplen las leyes en Catalunya?
Como en el Salvaje Oeste. Cumplimos las leyes los ciudadanos. La Catalunya contemporánea, la Catalunya Matrix ha tenido un forjador, es un ectoplasma de un médium que se llama Jordi Pujol que representa en sí mismo el incumplimiento de la ley. Él es el incumplimiento de la ley hecho señor bajito.
Usted ha sido escogido eurodiputado. ¿Cómo ven en Europa el proyecto independentista?
Directamente no lo ven. Es algo que incluso los nacionalistas un poco instruidos han comprendido, que no les va a apoyar nadie en Europa. Y cuando digo nadie, es nadie. Ni un solo Estado, ni un solo grupo en la Unión Europea, ni una sola institución, ni un solo tribunal. Nadie.
Algunos han comparado a TV3 con la BBC… ¿Qué le parece?
TV3 es como la BBC, pero al revés. Si tomáramos atributos relacionados con el rigor, con el respeto a lo factual, al pluralismo, a la imparcialidad, al tratamiento de todo aquello que es noticioso más allá si molesta o no al poder, si comparamos atributos TV3 es lo opuesto a la BBC.
Se ha educado a las últimas generaciones de escolares catalanes para que no tengan lazos con España. ¿Cómo se soluciona?
De todas las preguntas que me has hecho, esta es la más invita al pesimismo. Todo lo otro se puede corregir, pero la corrección de una desafección deliberada, la corrección de una siembra de recelos, de distanciamiento, de resentimiento, de culpabilización del otro, de dibujo de un enemigo exterior… Curar eso, sanar a una sociedad de algo así que ha durado tantos años por culpa de la permisividad del PP y el PSOE, puede llevar muchos años. O se hace, o Catalunya estará dividida en dos.
¿Por qué los catalanes no nacionalistas hemos dejado que la situación haya llegado tan lejos?
Es una pregunta muy oportuna para hacérsela a lo que llamo ‘los calladitos’. Bastaría con que una parte muy pequeña de la sociedad catalana que no aguanta el nacionalismo hubiera levantado la voz hace veinte, quince, diez, cinco, tres años… De otra cosa no, pero de esto sí puedo presumir, yo nunca me he callado.
¿Cómo puede ayudar el Gobierno central a los catalanes que desean revertir el ‘procés’?
Lo que tiene que hacer es comprender que sus complejos son muy contraproducentes y que lo único que reflejan es que están en el terreno discursivo del adversario. Se han situado en el marco mental de los nacionalistas. No hablo de cuestiones jurídicas, que en esto el Gobierno de España está en lo que está y hace bien, pero además de lo que es legal y lo que no lo es se ha de tener una presencia como Estado en Catalunya. Es que Catalunya es España. Para los que defendemos la españolidad de Catalunya, a los que ya nos parece bien lo que dicta la Constitución y lo que considera la comunidad internacional, el último pueblo del Ampurdán es tan España como cualquier avenida de Madrid. Que el Gobierno de España no esté presente es un gravísimo error. Ahora mismo las arcas de la Generalitat de Catalunya están vacías. Catalunya está quebrada, no podría pagar a sus funcionarios si no fuera parte de España, lo que le permite recibir el fondo de liquidez autonómica. Y puede seguir financiándose porque España, con todos sus problemas, sigue siendo capaz de endeudarse porque sigue siendo un Estado que va a los mercados y le prestan dinero. Podemos discutir si es bueno seguir endeudándose o no, pero se puede endeudar. Catalunya intenta colocar un bono catalán, y es basura en sentido estricto. Catalunya tiene la suerte de ser una comunidad autónoma española. Esto es algo que se debería recordar, y ha sido neutralizado por la idea que todo esto no es nada porque a su vez previamente nos han robado 16.000 millones de euros al año. La tesis de que hay un déficit fiscal de 16.000 millones al año y que es una cosa permanente es perfectamente refutable por los técnicos. Y podían haber dedicado programas en TVE para que lo entendiera todo el mundo. Josep Borrell hizo una brillante intervención en Catalunya Ràdio explicando cuatro cosas sobre el tema y causó una impresión brutal, desde entonces Mònica Terribas casi no se atreve a hablar del déficit fiscal. Programas a la hora de máxima audiencia, con muñecos, con actores y actrices guapas para que la gente los mire…
¿Por qué no se hace?
Porque no les gusta meterse en política. A Mariano Rajoy no le gusta meterse en política.
¿Volverá algún día el nacionalismo del ‘peix al cove’?
No, está muerto. El catalanismo político, ese lugar en el que tenía cabida esa actitud posibilista, tenía un rasgo definitorio, que era su intención y voluntad de liberar España. En el momento que tu intención es romper España, eso ya no existe.
¿Y qué pasará cuando se vea que la independencia no es posible?
Si vas contra un muro y te acabas pegando contra él, solo te queda gestionar tu frustración.
¿Podría sugerir tres medidas para que los no nacionalistas reconquistemos el eje del debate político?
Primero, no tener miedo. Hay que actuar como si no lo tuviéramos. Esto es esencial, aunque se tenga miedo, aunque no se quiera destacar, aunque se tema ser señalado, vejado o insultado. Si no, nunca van a ser ciudadanos libres. Segundo, no tener complejos, si les parece que el discurso del adversario está muy elaborado y que el suyo se verá en inferioridad de condiciones, se equivocan. Los nacionalistas llevan tantos años dándose la razón en los platós de televisión y en los estudios radiofónicos que ya no saben argumentar, porque cuando se encuentran a alguien que disiente de ellos, no saben cómo reaccionar. No están acostumbrados a que se les discuta nada. Tercero, piensen en todo lo que nos asiste. La Catalunya que ellos se han inventado, que es bidimensional, excluyente, estrecha y en blanco y negro, no puede imponerse a la Catalunya de verdad en la que estamos todos y es riquísima en historia y cultura, que está absolutamente mezclada, que tiene un punto de riqueza, de complejidad, de mestizaje, que tiene un hecho urbano brutal, que es Barcelona, una gran ciudad, que es el gran problema de los nacionalistas, que es un fenómeno para las comarcas. La ciudad es la patria de los libres. Una Catalunya plana y estrechita no puede imponerse a la mestiza y llena de riqueza, la Catalunya real.
¿Veremos una Catalunya independiente?
No.
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