
Esquerra Republicana pacta presupuestos con los comunes, facilita la investidura de Pedro Sánchez, llega a acuerdos con Ada Colau y hace ver como que se aleja del unilateralismo para ser el nuevo partido hegemónico, el ‘pal de paller’, del secesionismo catalán. Por supuesto, de vez en cuando suelta algún ‘gesto’ para su sector más hiperventilado, como la entrevista lisérgica de Oriol Junqueras en el ‘El País’, pero una cosa es ‘rajar’ y otra dar trigo.
Y en lo de ‘dar trigo’ Esquerra está por la ‘normalización’ de la política catalana. Que se traduce en “somos la nueva Convergencia, nosotros nos encargaremos de Cataluña tal y como lo hacía Jordi Pujol. Sin estridencias, sin vías unilaterales, pero seguiremos con ‘la puta y la ramoneta’ pujolista, pero adaptada a los tiempos actuales: “The pute and the Ramonate 2.0”.
Esta nueva versión es más veloz, por lo tanto las exigencias y la voracidad separatista será más intensa que en la etapa pujolista. Ya tienen el 47% del voto autonómico, y querrán acelerar para en un par de décadas tener la mayoría amplia que necesitan. Meterán menos ruido, harán ver que cumplen las leyes mientras se la saltan todas, silenciarán o ignorarán al sector separatista más bocazas y, sobre todo, extenderán su clientelismo político al máximo nivel saqueando los presupuestos públicos.
Esta nueva versión de “The pute and the Ramonate” es mucho más peligrosa que el unilateralismo casposo de Waterloo. De entrada, Torrent o Aragonès dan, aparentemente, menos grima que Quim Torra, Toni Comín o Carles Puigdemont. En el fondo son lo mismo, pero al ser menos desagradables pueden dar la sensación que son un poco más civilizados. El mismo supremacismo, con guante de acero en vez del de lija con residuos radiactivos que usa el tridente de Junts per Catalunya.
Usarán la etiqueta de “izquierdas” que tienen en su nombre, pero que nunca han aplicado (¿Recuerdan a Heribert Barrera, Joan Hortalà, Àngel Colom o el beato supremacista de Lledoners? Todos ellos, líderes de ERC), para atraer a su seno a los comunes y socialistas que se dejen engañar. Ofrecerán acuerdos “progresistas” a corto plazo para privar, a medio y a largo, de derechos sociales y políticos a los millones de catalanes que no quieran ser tribalistas.
De nosotros depende. O nos dejamos engañar, o combatimos al “new pujolism” de Junqueras y Aragonès. Frente al “The pute and the Ramonate 2.0”, democracia e igualdad de derechos entre todos los españoles.
Sergio Fidalgo
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