Lo de menos en el España-Albania que se disputó en el RCDE Stadium este sábado por la noche fue el resultado. Claro está que la victoria por dos a uno endulza lo que fue una velada mágica, pero lo que nos interesa fue la gran marea rojigualda que llenó el coliseo perico, y que convirtió un partido de fútbol en algo más.
El separatismo ejerce una opresión constante sobre los catalanes que nos consideramos españoles. El mostrarse orgulloso de nuestra condición de catalanes y españoles es motivo suficiente para la maquinaria de propaganda secesionista para llamarnos «ultraderechistas» y «fascistas». Todo aquel que discrepe del pensamiento único que cada día vende el Govern y sus poderosas terminales mediáticas, como TV3, pasa a ser un «facha».
Esta mentira se desmonta una y otra vez cada vez que los catalanes podemos mostrar nuestra españolidad. Sea el 8 de octubre en una manifestación gigantesca, en la visita a Barcelona del Juan Sebastián Elcano, las victorias en el Mundial o la Eurocopa o en el partido amistoso de la selección contra Albania, miles y miles de catalanes, de todas las ideologías, edades y condición social enarbolan su rojigualda y demuestran su amor hacia nuestro país, España.
El sábado fue aún más importante porque en las gradas del RCDE Stadium había muchos jóvenes, que son los que en las escuelas y universidades han de resistir cada día el adoctrinamiento de la Generalitat para inocularles el desapego hacia España y el amor hacia los fantasmagóricos ‘Països Catalans’ pancatalanistas que defienden la CUP, Junts, Comunes y ERC.

Varias generaciones de catalanes no habían tenido la oportunidad de animar a la selección española, dado que hacía dieciocho años que no disputaba un partido en nuestra comunidad autónoma. Cuando se nos ha dado la oportunidad, hemos respondido, y hasta Luis Enrique, el seleccionador nacional, reconoció el gran ambiente que supimos crear.
Miles y miles de jóvenes que desafiando a TV3, al adoctrinamiento escolar, han mostrado su amor por nuestro país. La esperanza de una Cataluña libre de nacionalismo es posible gracias a ellos, a su capacidad de lucha y de resistencia ante la propaganda secesionista. Este es el gran fracaso del separatismo tras cuatro décadas de hegemonía política y social en Cataluña. Hegemonía que se acerca a su fin, porque la gente ha perdido el miedo y ya se expresa en libertad.
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