Quim Torra escribió, antes de ser presidente de la Generalitat, tuits y artículos periodísticos supremacistas. Mientras estuvo al frente del gobierno autonómico catalán sus seguidores, los supremacistas más radicales, tomaron las calles para que los constitucionalistas catalanes tuvieran claro que no tienen derechos civiles y que debían callar y aceptar el status quo separatista.
Ahora detenta la presidencia de la Generalitat Pere Aragonès, de Esquerra Republicana. Recordemos como esta formación no ha renegado del racismo y el supremacismo de uno de sus líderes históricos más importantes, Heribert Barrera, al que siguen reivindicando. No olvidemos tampoco las marchas de antorchas que esta formación organiza cada año, un acto siniestro de reminiscencias totalitarias.
La historia de Esquerra Republicana está lleno de momentos oscuros, de tentaciones fascistoides como la de Estat Català y sus bandas de la porra, de comportamientos totalitarios. Por mucho que Aragonès presuma de que su formación es de “izquierdas” no es más que un partido tribalista que defiende el nacionalismo más sectario.
Es labor de todos impedir que la Cataluña actual degenere hasta convertirse en una tierra en la que millones de ciudadanos sean despojados, poco a poco, de sus derechos más elementales. No no podemos permitir que se pisotee nuestra condición de ciudadanos de un país democrático, España.
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