La hipocresía del PSC en su relación con la lengua castellana en Cataluña es estratosférica. Por un lado apoya a pies juntillas la política lingüística de Esquerra y ha situado a uno de los de Junqueras al frente del recién creado departamento de Política Lingüística – que en realidad debería llamarse de Persecución Lingüística del español -.
En los ayuntamientos en los que gobierna el PSC, como Barcelona o Hospitalet de Llobregat, la política lingüística que siguen los consistorios es de primar de una manera descarada el catalán sobre el español en relación con los ciudadanos, tanto en señales, notificaciones, carteles y otros elementos comunicativos.
Muchos ayuntamientos socialistas también exigen niveles absurdamente elevados de catalán para puestos en los que apenas son necesarias acreditar conocimientos lingüísticos elevados, como operario de brigada o jardinero. En realidad, son barreras de entrada que ponen en desventaja a muchos castellanoparlantes a la hora de optar a estos empleos públicos.
Y el PSC luego va y en la Feria de Abril rotula su caseta en castellano, cosa que no hace en los ayuntamientos en los que gobierna. O en campaña electoral sacan a pasear la bandera española y escuchamos a Salvador Illa decir «Lérida» en vez de «Lleida». Esto es pura pose porque la hora de la verdad su política lingüística es la que firmaría Carlos Puigdemont o Oriol Junqueras.
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