A menudo, cuando el RCD Espanyol tiene problema deportivo, acostumbramos a desperdiciar la única oportunidad real que tenemos de ganar un trofeo y optamos por desaprovechar el que es un buen camino para meternos en competiciones europeas: la Copa del Rey. Este año, que hemos hecho un buen inicio liguero y tenemos un equipo mejor hemos de ir a por todas.
Aunque nuestra afición está poco acostumbrada a las alegrías deportivas, las más grandes que hemos tenido en las últimas dos décadas han venido gracias al torneo del K.O. Pero, por desgracia, muchos entrenadores blanquiazules, espoleados por la poca ambición que atesora tanto nuestra directiva como nuestra afición, consideran una molestia tomarnos esta competición y no la ven como el gran objetivo de la temporada.
Los técnicos creen que es una molestia en su búsqueda de aprobar por los pelos en la Liga. Y no recuerdan que para varias generaciones de pericos los dos momentos más felices que hemos vivido fueron las finales de Mestalla y el Santiago Bernabéu. Estos dos partidos crearon a miles y miles de espanyolistas unos recuerdos inolvidables que siempre nos acompañarán. Manolo González ha de luchar hasta el final para intentar que los nuevos pericos puedan vivir algo así.
Las nuevas generaciones de pericos merecen esa oportunidad, han de poder disfrutar de algo así y por eso nuestro equipo ha de luchar la Copa hasta el final la próxima temporada, y ha de ser nuestro gran objetivo. En eliminatorias a partido único, todo puede pasar, y la tradición futbolística del club debería pesar para empujar al máximo en cada ronda. Tirar esta competición a las primeras de cambio sería desperdiciar una ocasión que la afición ansía.
Y es que no se trata solo de fútbol. Para afición blanquiazul, volver a sentirse protagonista en una competición nacional es recuperar orgullo. La final de 2000 ante el Atlético y la de 2006 son recuerdos imborrables que siguen circulando por las conversaciones entre veteranos. Pero los más jóvenes apenas conocen esas gestas por vídeos y anécdotas de sus compañeros de grada.
Sería impresionante organizar otra caravana perica cómo la que llenó de blanquiazul tanto Mestalla, como el Santiago Bernabéu. Miles y miles de espanyolistas viviendo una gran fiesta en la que somos los protagonistas. Nuestra gente merece volver a vivir algo así, sobre todo los que no han tenido la dicha de disfrutar esta sensación.
Un título copero serviría para poner al Espanyol en el escaparate europeo, consolidar a jugadores jóvenes y devolver al club a la primera línea mediática, donde un club de nuestra historia y tradición merece estar. La Copa, en ese sentido, es mucho más que un trofeo: es una vía hacia el futuro.
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