Rosa Díez (quien no necesita presentación alguna) el viernes 22 de abril, en un acto organizado por la loable Asociación por la Tolerancia (cuya trayectoria tampoco necesita presentación) y con la colaboración de ese epicentro agregador de resistencia cívica al nacionalismo que es Cataluña Suma Por España, nos habló a lo largo de casi dos horas de su nuevo libro Maquetos, que trata de esos infraseres (y de sus vivencias) que el nacionalismo vasco ─como buena ideología racista, xenófoba y supremacista─ denomina maquetos, que son meramente aquellos que se niegan a formar parte de su tribu nacional(ista), de la raza superior y pura, del pueblo elegido ─eso sí, por el propio nacionalismo─, y que no difieren en absoluto de las bestias con forma humana con baches en la cadena de ADN del Nada Honorable (Racis)Torra o de aquellos judíos deshumanizados ─hasta el extremo del señalamiento como raza ya no inferior sino directamente a eliminar─ en las ilustraciones del semanario de infausto recuerdo Der Stürmer, fundado y editado por el dirigente nacionalsocialista Julius Streicher, tradición esta última que algunos humoristas gráficos de pública querencia nacionalista como Miquel Ferreres siguen manteniendo viva.
No, no se piensen que hago referencia alegremente y sin criterio a la barbarie nazi. Rosa Díez nos explicó en la conferencia aquello que recoge sin ambages en su libro: las relaciones ocultadas, que no ocultas ─pero sí documentadas─ del PNV con los partidos fascistas de Hitler y Mussolini. Nos habló de la admiración y de los contactos de los dirigentes del PNV con los dirigentes nazis y de cómo descubrieron una raza superior en las Vascogandas después de un estudio de campo; o de cómo el lendakari José Antonio Aguirre, ya en el exilio, se reunió con su admirado Hitler; o de cómo el PNV pactó con el Fascio de Mussolini en Santoña en 1937; todo ello evidentemente silenciado por el propio PNV y el nacionalismo vasco.
También nos contó sobre las execrables relaciones conniventes entre el PNV y los nacionalistas asesinos de ETA (ya sea en cualquiera de sus formas políticas o de banda criminal) y de su reparto de papeles, según soplaran los vientos en cada fecha concreta. El PNV, entre las personas y las verdaderas bestias con forma humana (difícil ver en ellos atisbo alguno de humanidad), las del cobarde tiro en la nuca, siempre eligieron a los segundos, y eso sólo tiene un nombre: nacionalismo. Y Rosa Díez remarcó lo que es más incomprensible y doloroso aún, que el PSOE, un partido de gobierno, de ámbito nacional, fagocitado moralmente por sus pactos Frankenstein, sea cómplice del PNV y de otros partidos filoterroristas en el blanqueamiento que se está llevando a cabo actualmente del terrorismo etarra.
Rosa Díez también nos habló de algo que en Cataluña conocemos muy bien, el supremacismo de los nacionalistas y su odio xenófobo, de cómo en el colegio los nacionalistas (que no los franquistas) llamaban maquetos a sus hermanos, o de cómo la acusaban a ella de no ser vasca y de atacar a los vascos porque Rosa, como otros muchos, se negó a ser asimilada a la tribu y en su lugar defendió la nación española como el símbolo de libertad e igualdad que en sí misma es, y por ello, en una fehaciente y clara muestra de complejo de superioridad étnica y moral, una supremacista señora vasca le espetó en plena calle, cuando Rosa era aún diputada autonómica, “sabemos de dónde vinieron tus padres, os dimos de comer y así nos lo agradeces”. Como ven, el manual del buen supremacista no necesita de traducción a lengua alguna, es como la piedra de Roseta nacionalista, supurante de totalitarismo, racismo, odio y xenofobia.
Gracias a Rosa Díez ─y no sólo a este libro sino a toda su carrera como política y partícipe del mundo de la comunicación─ ya no tenemos que despertarnos cada día sin saber qué pasado nos va a deparar el nacionalismo sino que el lector tendrá a su alcance la historia (es historia cuando es verdadera y si no es propaganda) que nadie debe olvidar, estructurada y documentada, por una persona notable que, junto a su familia, ha sufrido la persecución, las amenazas y el señalamiento de los nacionalistas, y que mediante su libro nos ayuda a superponer a ese relato mixtificado otro de paz y concordia y a sentar las bases para generar una conciencia cívica que nos haga entender a todos que la paz, la fraternidad, la vida, la pluralidad y la discrepancia deben formar parte de cualquier sociedad que se denomine democrática y que ayude a expulsar cualquier resquicio de tribalismo, supremacismo, xenofobia, totalitarismo y violencia que se haya filtrado cual vertido tóxico en el subsuelo de nuestro orden constitucional garante de las libertades y de la igualdad entre todos los españoles.
Gracias Rosa, de un colono, un africano, un charnego a una maqueta, ambos orgullosos junto a otras muchas bestias con forma humana de no pertenecer a ninguna de sus razas superiores. Tu historia es cierta y necesaria, y ten por seguro que muchos no la vamos a olvidar.
Pau Guix, 23 de abril de 2022
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