Este domingo, 12 de noviembre, estaré en la manifestación convocada por la plataforma Cataluña Suma por España bajo el lema “No en nombre de España. No a la amnistía”. Todos mis compañeros de Ciutadans estarán, salvo desgracia personal o razón de fuerza mayor. Estaremos por supuesto todo el grupo parlamentario catalán, a plomo y con aplomo. Pero también, y me emociona decirlo, vendrán un montón de compañeros de los que nunca han cobrado un euro por su labor, o de los que cobraban pero ya no, por recientes ciclos electorales adversos. Habrán perdido sus puestos remunerados, pero no sus ideales.
Tengo el orgullo de pertenecer al partido con más antitránsfugas de Cataluña y de España. Por cada vividor (o vividora) que sólo le ha interesado este partido mientras tenía más regalías que ofrecer que otros, o, peor, que ha comprado su salto a otras posiciones (que no convicciones) haciendo daño a un sueño que muchos seguimos considerando no ya viable, sino de primera necesidad política para millones de ciudadanos, en fin, que por cada jeta, nosotros tenemos cinco poetas. De la política y de la vida.
Este domingo estaremos todos los posibles, insisto, en la manifestación convocada por Cataluña Suma, una de esas heroicas entidades civiles constitucionalistas que contra viento y marea, sin subvención oficial de ningún tipo, peor, aguantando ninguneos innombrables (¿era estrictamente necesario que NADIE del Partido Socialista les mandara ni siquiera acuse de recibo de la convocatoria? ¿tanta vergüenza les daba decir que no van a ir, que han preferido dar la callada por respuesta?), llevan años defendiendo algo tan transgresor y revolucionario como que catalanes aquí somos todos, los que quieren la independencia (o algo así) y los que no la queremos. Y que, del mismo modo que ellos pretenden que no se les puede silenciar, que se les tiene escuchar, pues a nosotros lo mismo. Lo dice con admirable contundencia y chispa ese campeón civil del periodismo catalán libre, Xavier Rius, que efectivamente a poco que hubiera hecho el juego, ahora estaría cómodamente arrellanado en un sillón cienmileurista del CAC. En lugar de eso viene gratis como ponente a la mesa redonda que este viernes organizó Ciutadans con expertos civiles en la sede del ICAB. Sospecho que eso es lo más cerca que va a estar el órgano colegiado de los abogados de Barcelona de pronunciarse sobre los efectos de la amnistía.
Al constitucionalista de verdad, que no lo es ni deja de serlo por oportunismo, se le reconoce por su generosidad (va a todas las convocatorias decentes, vengan de donde vengan, y no se las intenta apropiar), por su templanza contundente y serena (condena igual las barbaridades del Tsunamierda que las noches de cristales rotos frente a la sede del PSOE en Ferraz: nos da igual si la violencia se hace en nombre de la estelada o de la bandera del aguilucho, la violencia es violencia y como tal en democracia se la borra del mapa político y se la persigue en el ámbito penal), y por su fe inextinguible en la Humanidad. En que la defensa de la Humanidad es un humilde y perserverante trabajo duro. En que, como decía Rimbaud en uno de sus más famosos poemas de la Temporada en el Infierno, “nada de cánticos: aferrarse a los avances logrados”. Y, yendo un poquito más allá del poema y de la dura hora que vivimos: “El combate espiritual es tan brutal como la batalla entre hombres; pero la visión de la justicia es el placer exclusivo de Dios”.
Me da igual si usted cree en Dios o no cree. Casualmente yo sí creo, pero ese no es el tema. El tema es que la lucha contra la injusticia, la iniquidad, la desigualdad entre gentes y la indefensión ante la burla del Derecho no es de derechas, ni de izquierdas, ni es de misa ni es atea. Mienten como bellacos aquellos que quieren presentarnos como fachas a todos los enemigos de esta amnistía. ¿Se acuerdan de que en 2017 ir contra el procés no era ser facha, era ser valiente? ¿Qué ha cambiado? ¿Qué una izquierda degradada y pervertida, indigna de su propio nombre, se ha puesto a dar y quitar carnets? Bueno, es un poco eso y es la irresponsabilidad de cierta derecha pasada de rosca (¿van a acabar poniéndose de acuerdo los indepes y algunos de Vox para quemar fotos del Rey?), por no hablar de este PP hamletiano que no sabe si quiere derrotar al independentismo o ponerle un jacuzzi en La Toja.
A ver si nos aclaramos y nos entendemos: a los catalanes de España, a los españoles de Cataluña, que hace años que nos llevamos todas las hostias y todas las leches que se le escapan al bipartidismo en su torpe, torpísima gestión del procés, nos importa un bledo si el presidente de España es del PSOE o es del PP. Derrotar a Pedro Sánchez para poner a Alberto Núñez Feijoo no es nuestra prioridad. En absoluto. Plantar cara a lo que entendemos por sanchismo ha sido siempre para nosotros un medio, no un fin. Nuestro fin no es jugar al Monopoly con la Moncloa, es liberar Cataluña de una definitiva y maldita vez. No ser nunca más carne de cañón ni moneda de cambio. El primer gobernante serio que nos garantice eso, contará con nuestra lealtad. Todos los demás, sean quienes sean, nos tendrán enfrente. A nosotros y a todos los que una vez les votaron y ahora se han quedado con un palmo o dos de narices.
Si has leído hasta aquí y estás más o menos conforme, es muy probable que seas de Ciutadans, consciente o inconscientemente. Ya te darás cuenta. Pero tanto si lo eres como si no: ya tardas en poner tus pies en la calle hoy, y tu voto en la urna cuando se pueda. Te aguardo, te aguadamos, como nos aguardaba a todos Rimbaud en un infierno que depende de nosotros convertir en cielo o por lo menos en tierra justa: “Entretanto ya es la víspera. Recibamos todos los influjos de vigor y de ternura real. Y en cuanto llegue la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades”.
A las 12 este domingo en plaça Sant Jaume.
Anna Grau es diputada de CS en el Parlament.
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