El Partido Popular ha decidido prescindir de Cayetana Álvarez de Toledo como su portavoz en el Congreso de los Diputados. No entraremos a valorar la decisión de Pablo Casado, dado que él la nombró, y él la cesa. Él pagó el precio por escogerla y él pagará el precio de su destitución.
Pero sí queremos reconocer la gran labor de Cayetana, que es un referente para todos aquellos que pensamos que España ha de ser una nación compuesta por ciudadanos libres e iguales. Su destitución es una gran noticia para todos los separatismos que anidan en España, dado que su firmeza daba alas a los que plantan cara al totalitarismo nacionalista.
El PP debería recordar sus pasados vaivenes con los nacionalistas catalanes. José María Aznar cedió tanto o más terreno al nacionalismo catalán, en forma de competencias, que José Luis Rodríguez Zapatero. Fue a Mariano Rajoy, y no al PSOE, a quién el separatismo catalán le montó dos referéndums ilegales sin que el Gobierno de España lo impidiera de manera eficaz.
Parecía que el nombramiento de Cayetana, junto al de Alejandro Fernández como presidente del PP catalán, significaba el fin del tacticismo del Partido Popular frente al nacionalismo.
Cayetana ya ha caído, más por la típica política cortesana de Madrid que por cuestiones políticas de fondo, como la lucha contra el separatismo. Pero es una mala noticia para el actual presidente del PP catalán que se imponga en este partido el discurso de los “duros” y los “moderados”.
Si plantar cara al nacionalismo es ser “duro”, los “moderados” del PP le pueden poner a Alejandro Fernández la cara de Alejo Vidal-Quadras en el momento que, en su visión errónea de la política, piensen que convenga ‘centrar’ su imagen haciéndose los simpáticos con los nacionalistas y los protonacionalistas.
Esperemos que no sea así, porque el constitucionalismo catalán no puede permitirse más vaivenes de uno de los grandes partidos nacionales y Alejandro Fernández es una de sus figuras más respetadas, dado que supo reconocer los errores pasados de su formación y ha forjado un discurso sin complejos en defensa de la unidad nacional y de los derechos de todos los catalanes.
Comentario editorial de elCatalán.es
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