Una de las grandes dudas entre los seguidores del popular bar ‘El Tomás de Sarrià‘, conocido por servir las mejores patatas bravas de Barcelona y, posiblemente, de media España, es elegir entre la comodidad de encontrar una mesa libre o disfrutar de uno de los locales más emblemáticos de la Ciudad Condal, con el sabor de las tascas de toda la vida.
Y es que el Bar Tomás (Major de Sarrià, 49. FGC parada Sarrià), que acostumbra a estar abarrotado a la hora del vermú, de comer y en la cena o pre-cena (cierra a las 22:00), tiene un local ‘hermano’ — comparten propiedad — situado justo al lado, el Ivorra (Ivorra, 10). Las patatas bravas, y el resto de tapas, son las mismas, solo que es más fácil encontrar sitio en las horas punta.
Uno es fan del Tomás de siempre, pero reconozco que últimamente visito más el Ivorra, y hay dos razones básicas. Una, que si vas a cenar el Ivorra cierra una hora más tarde, y dos, que los platos combinados, a los que me he vuelto un adicto, a la hora de la cena el Tomás no los sirve, solo se pueden consumir en el Ivorra. El resto de tapas (empanadillas, croquetas, sus maravillosas anchoas) están en ambos locales.
Los platos son combinados son muy variados (hamburguesas, butifarra, albóndigas, huevos con bacón, etc), y van todos acompañados de sus afamadas patatas bravas. Soy hombre de ciclos, hasta hace cuatro años no pedía otro que no fuera el de butifarra, después me pasé al de hamburguesas y desde hace unos meses solo tomo el de albóndigas con tomate. Aunque el de butifarra vuelve a tentarme. Preveo cambio de tendencia.
Reconozco que me he vuelto un ‘traidor’, porque algún mediodía también he ido al Ivorra a tomar mi plato combinado. El Tomás es un local de éxito, uno siempre llega tarde por mi caos vital, y cuando veo la cola me paso al Ivorra. Luego me tomo el café o el postre en el Tomás, cuando ya empieza a haber mesas libres.
Entiendo a la gente que hace la cola del Tomás, es un bar con mucho encanto, pura historia de la hostelería de Barcelona, y aunque las bravas son las mismas, en el fondo saben mejor en las mesas del viejo local de siempre. Pero si el hambre aprieta, y hay mesa en el Ivorra, para allá que me voy. A fin de cuentas, si los sabios dueños del Tomás nos han creado una alternativa en casos de impaciencia o de premura de tiempo, habrá que aprovecharla…
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