Editorial de elCatalán.es
Nadie sabe que pasará el 21 de diciembre, cuando Barcelona acoja el Consejo de Ministros. El detalle que Pedro Sánchez quería tener con el gobierno autonómico, como elemento para contribuir a la distensión, va a servir de poco.
Y va a servir de poco porque el ala dura del radicalismo secesionista de derechas, el encarnado por políticos de bajo nivel como Quim Torra o Miquel Buch, ha convertido lo que era un gesto del Gobierno de España en una «provocación».
Tras el patético espectáculo que dieron los Mossos d’Esquadra, que permitieron que los autodenominados CDRs se apoderaran de las autopistas catalanas, y que recuerda a su inacción durante la consulta ilegal del 1 de octubre, la seguridad de la ciudad el 21D no está garantizada.
Está claro que la mayoría de los Mossos son agentes profesionales que quieren hacer bien su trabajo. Pero el gobierno autonómico la considera su policía política, y la usa para sus fines partidistas. De ahí que los CDRs campen a sus anchas cuando a Torra le apetece.
De hecho, cuando los agentes de los Mossos hicieron su trabajo, como cuando evitaron que radicales separatistas lincharan a catalanes no nacionalistas que intentaban homenajear a la Constitución, fueron sometidos a un hostigamiento mediático y político por parte del mundo secesionista.
En estas condiciones lo mejor que podría hacer Pedro Sánchez es recuperar para el Estado la competencia de Seguridad Pública. Porque dejarla en manos de un ‘president’ que apuesta por la llamada ‘vía eslovena’ a la independencia, lo que implica docenas de muertos, es una inconsciencia.
El 21D, y el resto de días del año, los catalanes nos merecemos estar seguros. Y la policía que nos protege no puede estar en manos de un inconsciente que se mueve a golpe de ocurrencias: Quim Torra.
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