Gracias al enorme éxito que alcanzó a partir de 2006 el libro y su versión en el cine la ‘Tengo ganas de ti’ del escritor italiano Federico Moccia, se puso de moda que parejas de enamorados pusieran un candado en un puente, preferentemente sobre un río, como testimonio de su pasión.
En una de las escenas de esta novela los protagonistas ponían un candado en el puente Milvio de Roma, y este gesto se convirtió en una prueba de amor. La idea no era original de Moccia, sino que se inspiró en un poema de la escritora de origen serbio Desanka Maksimović.
La moda pasó, y queda como testimonio un puñado de candados, en mejor o peor estado, en un montón de puentes en todo el mundo. Como en uno de los puentes que atraviesan las vías del apeadero de Bellvitge, en L’Hospitalet de Llobregat.
El puente no se llenó de candados, solo un par de docenas de ellos están a lo largo de uno de los pasos elevados más frecuentados de L’Hospitalet, pero allí resisten el paso del tiempo, recordando a algunas parejas que ya no son, y a otras que, siéndolo todavía, ya han olvidado este gesto.
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