Los hechos de Blanes no se pueden repetir. Es inadmisible que los Mossos d’Esquadra permitan que un grupo de radicales secesionistas intenten llenar de lazos amarillos un local privado, cómo ha pasado en un restaurante de la localidad propiedad de un constitucionalista.
No se puede permitir que estos radicales le hagan escraches, le insulten y le amenacen por el mero hecho de no querer propaganda secesionista en su bar. La policía autonómica no debería estar para identificar a quienes quitan lazos amarillos, sino para proteger a los ciudadanos ante los ataques de los violentos.
Si los Mossos no se ven capaces de garantizar el orden público y evitar hechos como el de Blanes, o como el puñetazo que una mujer recibió en el parque de la Ciudadela, por citar solo dos de los actos violentos o de amedrentamiento que radicales secesionistas están protagonizando en las últimas semanas, deberían pedir ayuda a la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
No puede haber barra libre para los violentos, ni de uno ni de otro lado. Y los Mossos no pueden dedicarse a investigar a “unos” y mostrar una efectividad muy baja con los “otros”. O los Mossos son la policía de todos los catalanes o el contrato social con ellos se acabará rompiendo.
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