Ya estamos en 2025, el año que Pedro Sánchez, ha montado un gran escapate dedicado a Franco, será para él y los suyos el Año de Franco, aprovechando que se cumple el 50º aniversario de su muerte (en la cama). Para ello han anunciado que se van a organizar un centenar de grandes fastos, que pagaremos entre todos. Se trata de condenar, una vez más, la figura de Franco y del régimen franquista, intentando a la vez glorificar a los socialista y de paso al republicano Frente Popular. Todo ello para, entre otras cosas, rehuir o desviar la atención de sus fechorías y de sus múltiples responsabilidades penales; y para intentando demonizar a la derecha, permanecer, con el apoyo de sus socios, el máximo tiempo posible en el poder.
Sánchez en su primer acto azuzó el miedo al fascismo y al posible regreso de una dictadura. ¿Será la que parece estar tejiendo él y sus socios? ¿No estará detrás de todo esto, el avanzar hacia un cambio de modelo de Estado, desde la Monarquía democrática de Felipe VI a una República Confederal a merced de izquierdistas y separatistas?
Lo cierto es que, desde mediados de los años 80, de Franco ya casi nadie se acordaba, ni se ocupaba, hasta que llegó Zapatero y lo resucitó con su sectaria y revanchista Ley de Memoria Histórica (2007), desde entonces los socialistas, la izquierda y los separatistas han recurrido sistemáticamente al llamado ‘Francomodín’ y al siniestro guerracivilismo de las cainitas dos Españas, que los españoles quisieron enterrar con el pacto por la reconciliación nacional de la Transición y con la Constitución de 1978.
La ley de Zapatero ha sido endurecida ahora con la Ley de Memoria Democrática (2022) de Sánchez que contó con el inestimable apoyo de EH Bildu. Quieren con estas leyes acabar con el espíritu de concordia que presidio la Transición y tipificar como delito lo que ellos llaman apología del franquismo, para evitar que se expresen determinadas opiniones y se conozca toda la verdad. Y como no es una ley democrática, para ocultarlo la han llamado perversamente de Memoria Democrática.
Es interesante recordar la frase (en 2008) de Zapatero a Iñaki Gabilondo: «A nosotros nos conviene que haya tensión». En eso están, en crear tensión, división y enfrentamiento. Los socialistas han venido aplicando aquello de “Contra Franco vivimos mejor”, bueno contra Franco muerto pues, hay que recordar que la autentica y casi única oposición al régimen franquista, desde el principio hasta el final, estuvo representada por los comunistas del PCE-PSUC y solo hacia el final del régimen salieron a la palestra la ETA (su macabra andadura terrorista se inició el 7 junio de 1968, con el asesinato del joven guardia civil de de Tráfico, José Antonio Pardines) y diversos pequeños grupos de tendencia trotskista o maoísta. Los ahora tan antifranquistas socialistas y los separatistas catalanes, entonces ni estaban ni se les esperaba.
Puestos a recordar, podían recordar que en el pasado año se cumplió el 90 aniversario de la conocida como “Revolución de octubre de 1934 o golpe de Estado de 1934” promovido por los socialistas y los separatistas catalanes encabezados por Lluís Companys, contra el entonces legítimo gobierno (derechista) de la II República, hechos que causaron varios miles de muertos (la gran mayoría en Asturias donde más arraigó la revolución), y por el que Lluís Companys, entre otros, sería condenado a 30 años de cárcel, por el Tribunal de Garantías Constitucionales de la II República, aunque los condenados no estarían ni un año en la cárcel, ya que fueron amnistiados tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. ¿Les suena lo de la amnistía?
¿Creen qué este año el gobierno de Sánchez y sus socios de EH Bildu (herederos de ETA) tendrán algún recuerdo para las victimás de la barbarie de ETA: más de 850 asesinatos, 2.600 heridos, casi 90 secuestrados y miles de extorsionados y amenazados, lo que provocó un enorme éxodo de vascos a otras tierras de España (entre 1968 y 2009)?
¿Piensan qué el gobierno de Sánchez o el de Illa en Cataluña, tendrán el más mínimo recuerdo a los casi nueve mil asesinatos (de estos 2.437 religiosos y 4 obispos) la gran mayoría de ellos sin juicio previo, siendo muchos de ellos torturados en chekas y asesinados con una crueldad extrema en aquella “idílica” Cataluña del Front Popular presidida por Lluís Companys?
Sin ir más lejos, dentro de unos días (el 18 de enero) se cumple, por ejemplo, el 88º aniversario del fusilamiento en Tarragona del Hermano de la Salle, Manuel Barbal Cosan (Sant Jaume Hilari), condenado a muerte en enero de 1937 por el Tribunal Popular de Tarragona (compuesto por miembros de ERC, PSUC, CNT, FAI, UGT, POUM y UR), por saber latín y enseñar religión a los niños. Según consta en el acta del juicio esto es lo que se alegó para su condena: – Presidente del Tribunal (Andreu Massó, un abogado del POUM): ¡Ya está! ¿Para qué necesitamos más explicaciones? ¿No habéis oído su declaración?… ¡Estudió latín, y eso basta! El fiscal (Esteve Escudero, dirigente local de la CNT), en la misma línea dirá: «Camaradas, a este hay que matarlo (…) se dedica a la formación de fascistas (…) y ha estudiado latín (…)». Y termina su alegato diciendo: “Pido al jurado que no se deje llevar por sentimentalismos y confirme con su voto la pena de muerte”. La pena de muerte fue acordada sin discusión y por unanimidad del Tribunal. El luego santificado Jaume Hilari, perdonó y bendijo a sus verdugos antes de ser fusilado.
Tampoco recordarán que en Cataluña un buen número de alcaldes (95) o de significados franquistas se pasaron con armas y bagajes, una vez muerto Franco, al nacionalismo de CiU. Pasaron de ser entusiastas de un caudillo al otro, de Franco a Pujol, «El negoci és el negoci». Ahí están ilustres apellidos como Gomis, Aragonés, Puigdemont, Llach, Matamala, entre tantos otros. Muchos de los abuelos franquistas de algunos de los actuales dirigentes separatistas que tan oprimidos se sienten hoy por España, presumían de ser fervorosos franquistas y defendían a ultranza la unidad de España y la españolidad de Cataluña.
Además de algunos de los ya citados ahí está el abuelo de Marta Rovira Vergés (ERC), llamado Francesc Vergés que fue alcalde franquista de Sant Pere de Torelló. O el padre de Santiago Vidal (el aclamado juez separatista) que fue alcalde franquista de Sant Sadurní d’Anoia. ¿ Qué deberían hacer todos ellos, cambiarse los apellidos? O tal vez aplican aquello de que: como no me gusta mi historia la oculto o me invento otra.
El Ayuntamiento de Tarragona, mi ciudad, gobernado en los últimos años por el PSC o por ERC, lleva desde el año 2007 organizando (como la mayoría de Ayuntamientos de Cataluña) multitud de actos enmarcados dentro de la Ley de Memoria Histórica, con los que además de retirar todo lo que consideran como simbología franquista, vienen a recordar cada año lo “atroz” que fue la represión franquista y lo bueno que fue el republicano Front Popular.
El pasado año se organizaron la friolera de treinta y cinco actos, donde tuvieron según el programa un papel destacado los relativos a los “bombardejos feixistes que va patir la ciutat entre els anys 1937 i 1939 ”. Pero en ninguno de estos actos se dijo una palabra sobre las atrocidades cometidas en la ciudad (que relato en mi libro “Tarragona 1936. Terror en la retaguardia”) , por parte de organizaciones y milicianos del Front Popular,
El pasado diciembre, ERC reclamaba al Gobierno la retirada urgente del monumento a la Batalla del Ebro, erigido durante el franquismo, y que se encuentra en el rio a su paso por Tortosa, apelando a la nueva ley de memoria democrática, petición que todo apunta a que será atendida. A pesar de ser el monumento uno de los principales símbolos de la ciudad y de que en el año 2016 dicho asunto fue sometido por el Ayuntamiento a referéndum, mostrándose el 68% de los vecinos partidarios de mantener dicho monumento donde está (reinterpretado y contextualizado). Ya entonces los “demócratas” de la CUP y algunos miembros de ERC dijeron que no aceptaban el resultado,
Socialistas, izquierdistas y separatistas (convertidos en talibanes de la memoria histórica), no tienen el más mínimo interés en la historia, y con sus imposiciones y sus sectarias leyes, en todo caso, miran el pasado con un solo ojo, pues no les interesa contar toda la verdad, les interesa solo una parte de la verdad y a menudo torcida. Intentan reescribir la historia borrando una parte del pasado, el que a ellos no les conviene, impidiendo así que hechos como los aquí relatados puedan ser conocidos.
Y así con la colaboración de profesores, pseudohistoriadores y muchos medios de comunicación, seguirán con sus ocultaciones, sus manipulaciones y con su discurso del odio, adoctrinando, dividiendo y enfrentando a los españoles. Para terminar, vale la pena recordar lo que dijo Marco Tulio Cicerón : «Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad”.
Salvador Caamaño Morado
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