Como cada año, nuestro jefe de estado invade el salón de todos los españoles con su tradicional discurso de Nochebuena, que escucha con atención desde el monárquico más recalcitrante hasta el republicano más militante. Esta transversalidad regia une a millones de ciudadanos de izquierda y derecha, más o menos anestesiados por los abusos navideños.
Y también, como cada año, llegan las alabanzas y críticas al monólogo real, como si las palabras “del que adorna y representa” moldearan de alguna manera la realidad política, económica y social de un país entero. No se sabe quién legitima más la figura del monarca, si el de derechas con sus reverencias o el de izquierdas con sus desprecios. Bueno, qué cosas digo, como si al payaso Rufián se le pudiera considerar de “izquierdas”…
No obstante, a los más avezados no se les ha escapado que el discurso de 2020 parecía redactado por el mismísimo Pedro Sánchez, a quien imagino frotándose las manos entre bastidores. Para Felipe VI, en una metamorfosis kafkiana, la destrucción de empleo y el hundimiento de la economía española no tienen nada que ver con unas medidas innecesarias –adoptadas por un gobierno errático e incapaz- sino con la irrupción de un virus todopoderoso y omnipresente que, paradojas de la vida, ha venido a consolidar el liderazgo de China en el mundo. Que haya autónomos (trabajadores por cuenta propia) suicidándose por la desesperación de perder sus negocios de varias generaciones son, para el monarca, poco más que daños colaterales que hay que lamentar, pero a nadie se ha de responsabilizar.
Asimismo, nuestro jefe de estado no ha dejado de celebrar con júbilo los acuerdos del gobierno ultraeuropeísta de Sánchez con una Comisión Europea que nos ‘vende’ ayudas que en realidad son –mayormente- préstamos que nos endeudan (más) que se emplearán en economía no productiva (subvenciones y paguitas varias), y que nosotros mismos estamos financiando tras convertirse España en un país contribuyente como consecuencia del Brexit. Quedó, pues, bien claro el compromiso del rey con la Europa que nos desindustrializó y nos mermó poder adquisitivo y soberanía nacional.
Y si a alguien aún le quedaba alguna duda de la afinidad del eje Casa Real-Gobierno de “progreso”, sólo tiene que contemplar cómo Su Majestad llamaba –velada e indirectamente- a su padre el Rey Emérito, nada más y nada menos que: inmoral y deshonesto. Comprenderá el lector o la lectora que este juntaletras tenga la ligera sospecha de que el discurso de Nochebuena no lo diera Felipe VI de Borbón sino Pedro II el Global, vasallo de Soros.
Vivir para ver: Felipe VI, el garante de la Constitución del 78 y centinela de la unidad nacional, un agente más de la Agenda 2030. Con este panorama, no me extrañaría que algún general de los de antes se dé cuenta del percal y se marque una sanjurjada.
Luis Carlos Nogués (@LCNogues en Twitter), fundador y secretario general de SOMOS España (@fuimosYsomos en Twitter, Instagram y Facebook). [email protected] – http://fuimosysomos.es/
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