Cataluña es un lugar paradisíaco poblado por gente estupenda y magnífica que son el paradigma de la belleza de alma y cuerpo. Su comportamiento es en todo momento festivo, corean consignas amables, reparten flores a la menor oportunidad y entonan dulces melodías de carácter religioso, en cuanto se juntan unos cuantos, sin precisar ningún tipo de libaciones alcohólicas para desinhibirse.
Todos sin discusión tienen claro su destino histórico como pueblo, y en cierta manera se saben elegidos por toda deidad anterior, presente y seguramente las próximas en ocupar altares que, sin ninguna duda con anterioridad a su estatus deificado, habrán previamente señalado como grey preferida a los catalanes.
Los servidores públicos, que tienen el sagrado honor de dirigir y gobernar tan escogido conjunto de personas, están asimismo en la certidumbre que el adorno de tanto atributo positivo en la ciudadanía, es un reflejo pálido de sus propias virtudes, por lo que sin duda son acertadamente elegidos y al tiempo quedan autorizados a gobernar, con amplio poder, para tomar todo tipo de decisiones siempre a favor de sus seguidores, incluso defendiéndolos de otros que, por su cerrazón mental, intentan frenar el paso firme hacia una patria que, sin duda alguna, será un faro de referencia para otros pueblos desgraciados.
Completando este panorama tan singular y sugestivo, una parte de la comunidad se apresta al servicio y protección común, los mejores de cada núcleo familiar. Son los Mossos, se forman en una disciplina austera que engloba técnicas impecables de defensa pacifista, de intervención armada no lesiva y con una incomparable capacidad de persuasión mediante la apelación a una rara cosa, muy catalana y críptica, que se dice “seny”. Son el nuevo y moderno paradigma de la fuerzas del orden llamadas a ser modelo, “a la catalana”, con vocación de ejemplo universal.
Llegar a estas pobres definiciones de tanta perfección y con mi disculpa por mis limitados recursos, no es fácil. A mí me ha costado seguir con interés la retrasmisión en directo del juicio en el TS donde un grupo de políticos y particulares catalanes están siendo enjuiciados.
Los políticos con diversas responsabilidades de gobierno o en instituciones y alguno más, aficionado al activismo para-gubernamental, se han explayado libremente en la loa a su buena actitud y capacidad de laborar por el bien común, en unos casos. Y en el pastoreo para masas de seguidores, con el señalamiento y tránsito por las sendas de la bondad y del pacifismo, en otros.
Bien, dejo aquí este relato que debo reconocer está muy influido por las aportaciones agudas de unos seres llamados Gorn, y Gunqui y Gedmont, (parientes del extraterrestre que hace unos años nos visitó de la mano de Eduardo Mendoza y que atendía al nombre de Gurb). Sus deducciones expresadas mientras veíamos la retrasmisión y libábamos buen orujo, me facilitaron las anteriores descripciones.
Con cierta nostalgia de tan estimada compañía he seguido, ya solo, viendo y escuchando el juicio y sin influencias externas, voy a recuperar algo de seriedad y de subjetividad precisa y aceptada.
Escuchando a los Mossos ante el tribunal me entran dudas serias sobre esta comunidad, Cataluña, sobre la salud mental general y la capacidad de regeneración o vuelta a una mínima normalidad. Si la sarta de mentiras y memeces que vertieron los políticos y activistas, ambos serviles a una burguesía vieja y cansina que dirige y corrompe históricamente y a medida de sus intereses, está conformando un capítulo de nuestra historia menor y desgraciada, una vez más, la aportación de los altos funcionarios armados aporta aún más sorpresas y estupefacción.
¿Cómo gente que tiene información de primera mano y que ellos reconocen, pueden actuar como lo hicieron en la proximidades del 1 de octubre de 2017, en las fatídicas fechas de una desobediencia generalizado a las leyes democráticas y en plena preparación del golpe de Estado?
¿Cómo, cuando el presidente, vicepresidente y consejero de Interior fueron informados por ellos de la peligrosidad de la situación social y les dicen que si habían grandes incidentes, proclamaría inmediatamente la independencia de Cataluña, no actúan adecuadamente y asumiendo su papel garante de la legalidad?
¿Cómo gente a la que se supone profesionalidad, fidelidad al Estado de derecho, y convicción democrática, son capaces de mentir, no dar auxilio y traicionar a los otros funcionarios públicos con los que debían actuar unidos en función de las disposiciones de la fiscalía, de jueces y del TSJC?
Para acabar: ¿Cómo nuestra seguridad puede estar en manos de personas que son capaces, sin aparente vergüenza, de explicar públicamente cosas que, solo suponiendo que una buena parte de la ciudadanía es idiota sin remisión, puede hacerse?
Los Mossos quizás ya deben dejar de hacer el relato con que “lavarse la cara”, sería mejor dejar paso a funcionarios decentes, que limpien en su casa, que depuren responsabilidades drásticamente, que rectifiquen en su formación académica. Incluso que se autodisuelvan, tampoco sería para llorar.
José Luis Vergara. Abril 2019
[campana]
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