La Resistencia catalana al separatismo merece, en todas sus manifestaciones cívicas y democráticas, todo nuestro apoyo y admiración por su defensa de los derechos civiles de millones de catalanes. Durante años centenares de ciudadanos libres de nacionalismo se dedicaron, noche tras noche, a eliminar de las calles y de los ayuntamientos los símbolos separatistas que excluían del espacio público a más de media Cataluña, la no independentista.
La Resistencia ha sido perseguida por alcaldes fanáticos, acosados por algunos agentes de la policía autonómica y policías locales con vocación de policía política y estigmatizados por unos medios de comunicación independentistas siempre al servicio de ERC, Junts y la CUP en su afán de convertir en ciudadanos sin derechos a millones de catalanes no secesionistas.
Son muchos los catalanes libres de nacionalismo dispuestos a luchar para evitar que les convirtieran en extranjeros en su país, y por mantener sus derechos civiles como ciudadanos. Y merecen todo nuestro respeto y apoyo. Por poner dos ejemplos, desde las brigadas de limpieza a entidades juveniles como S’ha Acabat! — que acaba de conseguir el galardón anual de una entidad histórica de la Resistencia, la Asociación por la Tolerancia).
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