Explicar a los compatriotas de fuera de nuestra comunidad autónoma lo que estamos viviendo los catalanes no secesionistas, que, de momento, somos la mayoría no resulta nada fácil. Basta con dos ejemplos: la escritora que quemó un ejemplar de la Constitución, Empar Moliner, hace unos años en directo en TV3 fue premiada y tuvo más protagonismo Catalunya Ràdio, la emisora pública de la Generalidad.
En Catalunya Ràdio y en TV3 se ha instalado un agit-prop permanente siempre a favor de la causa de la futura, hipotética e inviable República Catalana en la que cada día se podrá comer helado al gusto y donde todos seremos felices y comeremos perdices.
Solo en la radio y televisión públicas la Generalitat se gasta cada año más de trescientos millones de euros, para que el mensaje separatista llegue a todos los rincones de Cataluña. Por supuesto, todos los españoles les pagamos la fiesta, porque ningún Gobierno de España — ni siquiera durante el 155 — ha puesto coto a este abuso diario.
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