Recordemos cuando Jordi Pujol en el pacto del Majestic pidió la cabeza de Alejo Vidal-Quadras para investir a José María Aznar como presidente del Gobierno. Ahora estamos viviendo una reedición con la mal llamada “mesa de diálogo” entre el Gobierno de España y los partidos separatistas que dieron un fracasado golpe de Estado.
Pere Aragonès y Oriol Junqueras exigirán el desmantelamiento del constitucionalismo catalán para imponer su programa de máximos. Este consiste en acabar, de una vez por todas, con los escasos intentos de resistencia al nacionalismo que quedan en Cataluña para que no quede un lazo de cariño y de afecto entre el resto de España y la futura República Catalana.
Para conseguir este fin los separatistas necesitan que el Estado siga su proceso de retirada de Cataluña, hasta que la única rojigualda que se vea en Barcelona sea la que quede en el balcón de algún irredento. Hemos de estar atentos ante la posible expulsión de la Guardia Civil de la vigilancia de las costas catalanas y el traslado de la Jefatura de la Policía Nacional en Vía Layetana a algún lugar de la periferia barcelonesa.
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