
El pasado 30 de diciembre de 2022 el profesor Daniel Arias Aranda, catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Granada publicó en la red social Linkedin un artículo titulado “Querido alumno universitario de grado: Te estamos engañando” . El artículo ha levantado un gran revuelo porque describe con toda sinceridad la sensación que tiene dicho profesor universitario al observar a su alumnado autóctono y compararlo con el alumnado de hace 20 o 30 años y con el alumnado procedente de otros países. Muchos otros profesores han coincidido con sus opiniones. Solo una semana después ya había recibido 10.300 confirmaciones de acuerdo y 1.300 comentarios favorables.
El artículo describe los principales defectos del alumnado actual entre los que destacan los siguientes: La elevada inasistencia a clase, el desinterés mostrado en el aula, el hecho de que casi nadie quiera preguntar nada, que hablen entre ellos continuamente, que se pasen el rato pendiente del teléfono móvil, que no tomen apuntes, el bajo nivel de su vocabulario y de su expresión hablada y el copiar textos escritos por especialistas y presentarlos en sus trabajos como si fueran propios. Por otro lado este profesor también se queja de que la normativa universitaria actual favorece que también aprueben los alumnos no están suficientemente preparados, como es permitir reducir el número de temas de la asignatura y disminuir el nivel de exigencia.
El profesor Daniel Arias, con la mejor de las intenciones, ofrece soluciones como por ejemplo que la Universidad se centre en los alumnos con más interés y capacidad, facilitando al máximo el tránsito de los demás alumnos a otros grados y también hacia la Formación Profesional, devolver al profesorado su autoridad académica y su responsabilidad para diseñar los planes de estudio, los modelos de enseñanza y los currículos, eliminar el uso de ordenadores portátiles en clase y recuperar el uso de papel y lápiz, y favorecer las culturas de la competencia y de la colaboración entre alumnos. Al final del artículo, tal vez contemplando el enorme cúmulo de dificultades para revertir esta situación, el autor propone como solución final que sea cada alumno el que decida dejar de comportarse como hasta ahora y empiece a esforzarse más en aprender.
En mi opinión el profesor Daniel Arias tiene razón en todas las cosas que dice menos en dos que son las siguientes:
1ª) No pedir explícitamente para todo el profesorado que desaparezcan las posibles presiones por parte de los estamentos superiores para que también apruebe a alumnos que no han llegado a los niveles establecidos. Para evitar que hayan profesores demasiado exigentes o demasiado permisivos, la mejor manera de controlar su tarea docente y evaluadora es que sus alumnos también sean evaluados externamente. Esto se puede conseguir fácilmente mediante pruebas externas de final de grado, las mismas para todas las Universidades. Eso permitiría que en todas las Universidades se mantuvieran los contenidos y los niveles de exigencia, lo cual sería un gran bien para todo el país.
2ª) Pensar que para mejorar el sistema universitario han de ser los alumnos los que por su cuenta decidan cambiar y empezar a esforzarse más. En mi opinión mejorar el sistema universitario de un país no es una responsabilidad del alumnado, sino del claustro de profesores. Es el rector junto con los decanos y el resto del claustro de profesores los que han de cambiar y optar por una enseñanza de exigencia y de excelencia. Y como el problema no es solo de una Universidad sino de muchas, hay que intentar que cada vez se sumen más Universidades a este cambio. Si hubiera presiones por parte del gobierno de turno para que la Universidad no recupere la calidad que le corresponde, es decir para seguir engañando al alumnado, los rectores han de informar de ello a la sociedad, para que esta actúe en consecuencia en las siguientes elecciones generales. Afortunadamente en nuestro país cada cuatro años se puede cambiar de gobierno.
En la clasificación mundial de universidades de 2022 de Shanghái, solo una universidad española se sitúa en el tramo de 150 a 200, la de Barcelona, y solo cuatro se sitúan en el tramo de 201 a 300, la Autónoma de Barcelona, la de Granada, la de Valencia y la Complutense de Madrid. Muy lejos de lo que le debería corresponder a España, que por su PIB ocupa la posición 14 en la clasificación mundial de potencias económicas.
A esta triste situación de la enseñanza universitaria se ha llegado porque en dicha enseñanza han entrado los alumnos procedentes de un sistema educativo nefasto. Los profesores de enseñanza secundaria ya lo veníamos avisando desde 1990, año en el que el PSOE aprobó la LOGSE, cuyo modelo se ha mantenido hasta hoy mediante su siguiente ley, la LOE, y actualmente mediante su tercera ley de educación, la LOMLOE. Lamentablemente el PP nunca cambió el modelo educativo permisivo y, por tanto, populista del PSOE, como lo demuestra el hecho de que fue el propio ministro del PP, Íñigo Méndez de Vigo, el que congeló la aplicación de la ley de educación de su propio partido, la LOMCE. Esto no ha sucedido nunca en ningún otro país del mundo.
Los frutos de este modelo “educativo” del PSOE son los que acaba de describir el profesor Daniel Arias en su artículo. Los responsables de ello no son todos los partidos políticos, sino los que apoyaron estas leyes, que son los partidos que actualmente nos gobiernan, es decir la coalición de PSOE y UP, apoyados, en la aprobación de la LOMLOE, por los partidos ERC, PNV, Más País y Compromís. Solamente si los españoles no vuelven a votar a estos partidos, habrá posibilidades de mejorar nuestra enseñanza secundaria y nuestra enseñanza universitaria.
Antonio Jimeno. Presidente del sindicato de profesores AMES
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